"Pudiera abrirse, pudiera, en los próximos días, abrirse la posibilidad de ir a un proceso de conversaciones con el gobierno de Estados Unidos, y explorar el camino de relaciones de respeto, que es lo fundamental". Esa fue una de las conclusiones del Presidente venezolano, Nicolás Maduro, luego de la breve reunión que sostuvo con el mandatario estadounidense, Barack Obama el sábado en la noche, tras participar en la sesión plenaria de la VII Cumbre de las Américas.

El encuentro se produjo en momentos que la tensión entre Washington y Caracas habían llegado a un punto álgido, luego que Obama firmara el 9 de marzo pasado una orden ejecutiva que declaró "emergencia nacional" por la situación política venezolana y se indicara que el país sudamericano amenaza la seguridad nacional estadounidense. El decreto sancionaba a siete altos funcionarios venezolanos por supuestamente haber incurrido en actos de corrupción y violaciones a los derechos humanos. Las sanciones incluyen la revocación de la visa, así como también, el congelamiento de las cuentas bancarias y propiedades que puedan tener en Estados Unidos los funcionarios sancionados, algo que -según denunció Maduro- formaría parte de un plan de "intervención" estadounidense en Venezuela.

De acuerdo al diario venezolano El Universal, el Presidente conversó con los periodistas acreditados en la Cumbre y señaló que para abrir el diálogo con Washington es necesario "despejar todas la oscurana que se ha montado por allí alrededor de ese decreto que ha sido rechazado con vehemencia, en inglés, en francés, en portugués y en español. Han hablado los pueblos".

"Nosotros somos revolucionarios, vehementes y apasionados y queremos construir la paz", añadió. "Hemos tenido un encuentro, breve, de unos 10 minutos, aquí mismo en este lugar, y hemos conversado. Quizás más adelante informaré de qué conversamos, pero ha sido un encuentro serio, franco, nos dijimos las verdades, y yo diría que inclusive cordial", indicó el mandatario venezolano al referirse a las circunstancias de la reunión.

Bernadette Meehan, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos dijo por su parte que "Obama indicó nuestro firme apoyo a un diálogo pacífico entre las partes dentro de Venezuela. Reiteró que nuestro interés no es amenazar a Venezuela, sino apoyar la democracia".

Según el diario español El País, el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, epicentro de la Cumbre de las Américas, situó a Venezuela, el tradicional aliado del régimen castrista, ante un "escenario de mayor debilidad que rápidamente y en un ambiente de presión generalizada se ha transformado en lo que el propio Presidente Maduro ha calificado como una nueva era de relaciones".

Los acercamientos para este encuentro comenzaron el miércoles de la semana pasada, cuando el consejero del Departamento de Estado, Thomas Shannon se reunió con Maduro en Caracas. Al día siguiente, el mismo Presidente Obama ofreció una entrevista en la que recordó las sólidas relaciones comerciales entre ambos países. "No creemos que Venezuela sea una amenaza para Estados Unidos y Estados Unidos no es una amenaza para Venezuela", señaló. Y esas palabras tuvieron en efecto en Maduro que no sólo admitió el encuentro con Shannon, sino que también dijo que su país estaba preparado para "una nueva era de relaciones con Estados Unidos".

"La histórica aproximación (entre Washington y La Habana) no sólo eleva la figura de Obama, sino que indirectamente distancia a Caracas de su más fiel aliado", señaló El País.

En el mismo sentido, el director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, señaló que Raúl Castro dejó sin argumentos a Maduro. "Lo dejó sin piso al hacerle un homenaje público a Obama, al decir que Obama no tenía ninguna responsabilidad (en el embargo a la isla). Lo legitimó, lo convalidó, ante todos y nada menos que el jefe de la banda", sostuvo en entrevista con la agencia DPA.

A juicio del sociólogo mexicano del Centro de Investigaciones Superiores en Antropología Social, Héctor Díaz Polanco, que fue consultado por la agencia Associated Press, "Estados Unidos pensó que su diálogo con Cuba podría darle una 'patente de corso' a Washington ante los países latinoamericanos para presionar o agredir a Venezuela, cuyo sistema político y económico rechaza".