El presidente Nicolás Maduro removió del gabinete a Jorge Giordani, uno de los ideólogos de los complejos controles de cambio y precios vigentes desde hace más de una década en Venezuela, en la que sería una señal de pragmatismo de su Gobierno.

Giordani, quien fue un peso pesado durante el Gobierno del fallecido líder Hugo Chávez, fue relevado de su cargo como jefe de Planificación, tras haber salido la semana pasada del directorio del Banco Central.

"Quiero agradecerle al profesor de Jorge Giordani, compañero de todos estos años de lucha, compañero de nuestro comendante Chávez, que ha estado prácticamente salvo en dos oportunidades los 15 años de Gobierno revolucionario en Venezuela", dijo Maduro en su programa semanal.

Giordani, un profesor apodado "el Monje" por su dedicación al trabajo y su estilo austero, fue como ministro de Finanzas y Planificación y uno de los mentores económicos de Chávez.

Analistas consideran que la salida de puestos clave del reservado académico, una de las piedras angulares de la transición hacia la economía socialista, disminuiría la influencia del "ala radical" en materia económica.

El nuevo titular de Planificación será Ricardo Menéndez, quien fungía como ministro de Educación Universitaria y anteriormente ocupó el despacho de Industrias.

Aunque algunos economistas vieron la salida de Giordani como una aceleración en el tránsito a los ajustes que afirman requiere la economía venezolana. Menéndez, un geógrafo y profesor, también pertenece a un área conservadora del chavismo que defiende el control estatal sobre el sector privado.

Giordani es un férreo defensor del control de divisas adoptado en el 2003 para frenar la fuga de capitales en medio de la alta inestabilidad que siguió al golpe contra Chávez en el 2002. También apoya el rígido esquema para fijar los precios de los productos básicos y escrutar los costos de producción.

Para la oposición y analistas era el principal culpable de las distorsiones económicas que limitan la producción interna y alejan la inversión extranjera.

Maduro afronta una creciente presión para que acelere una transición hacia una economía más amigable con el mercado, en momentos en que el modelo de control estatal de la nación con las mayores reservas de crudo del mundo se encamina hacia la estanflación.

Una inflación que a tasa anualizada superó el 60 por ciento en mayo y una escasez que aqueja al menos a un tercio de los bienes de consumo masivo han pasado factura a la aprobación del presidente, que ronda el 37 por ciento.

El Gobierno afirma que los problemas económicos son el resultado de una "guerra económica" liderada por la oposición apoyada por Washington.

Pero en la otra vereda, la oposición afirma que la gestión de Maduro ha alentado la escasez, la inflación y el crimen, razones por las que miles de venezolanos salieron a protestar a las calles este año.

Con ese telón de fondo, el Gobierno de Maduro ha dado recientemente señales de acercamiento con los inversores.

La semana pasada, el vicepresidente del área Económica y jefe de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) -la principal fuente de dólares de Venezuela- se reunió con inversionistas en Londres, a los que les expresó la necesidad de converger en el corto plazo a un nuevo sistema cambiario.