Cosas menores. Una radio que no para de tocar reggaetón en la arena. Un salvavidas que se cree mejor que otro porque jamás tiene que poner un dedo en el agua. Una abuela que cuenta todos los años la misma historia mientras las amigas simulan escucharla por primera vez. Al otro lado de la cámara, una directora que colecciona aquellos trozos de día y busca darles una coherencia definitiva, ya en en la sala de montaje. Mientras, sabe que tiene entre manos algo valioso: una película.

Así trabaja la realizadora Maite Alberdi, ganadora de los premios a Mejor Director y Mejor Película en la Competencia Nacional del último Festival Sanfic, que concluyó el domingo pasado. Con 30 años y estudios de dirección audiovisual y estética en la Universidad Católica, Alberdi se ha perfilado en los últimos años como una de las figuras destacadas en el documental nacional. Es una generación que además ha tenido exposición a través de circuitos nuevos como Miradoc (en todo el país) y ha ganado otros festivales (ver recuadro).

En La once, como en El salvavidas, las cosas suceden en un sólo territorio y con caracteres que son casi personajes. Perfectamente podrían protagonizar una película de ficción. Es a estas alturas una marca de fábrica y así lo reconoce Maite Alberdi: "Parte de mi estilo se basa en eso, en la observación de espacios determinados. Me parece que las reflexiones profundas surgen de espacios acotados. En el micromundo creo que se encontrará siempre el mejor retrato social", explica mientras hace un alto al rodaje de Los niños, su nuevo filme. "Es sobre un grupo de amigos con síndrome de Down que han sido compañeros de colegio por casi 40 años. La película observa cómo viven la adultez, cuáles son sus desafíos, logros y frustraciones al sentir que la sociedad los sigue llamando niños, pese a que ya son adultos", explica. Uno de estos "niños" es Francisca, tía de la directora, y quien ya aparece en La once como personaje secundario.

Tras el reconocimiento en el Sanfic, Maite Alberdi viajará al Festival de Cine de Amsterdam (IDFA), el más importante del mundo en documental. Ahí mismo, en el 2011, el proyecto de La once fue elegido el mejor del grupo.

Ahora, tres años después, esta cinta sobre un grupo de cinco amigas que religiosamente se junta todos los meses a tomar el té planea estreno en Chile en el primer semestre del 2015. La cámara de Alberdi es cariñosa con estas mujeres egresadas hace 60 años del mismo colegio, cada cuál en una senda diferente y con una historia a cuestas que se parece mucho y, a veces en nada, a la de la amiga de al lado. También hay un trato visual primoroso, que se deleita en dar detalles de lo que se come o bebe, sea un pie de limón, un kuchen o el té en remojo. A medida que avanza la película, cada personaje va revelando algún detalle que llama la atención: alguna insospechada mirada liberal en temas sexuales, la mala opinión sobre el sexo masculino, un secreto pretendiente, una enfermedad que acecha, una memoria que falla y que quizás oculta un mal mayor. Son los últimos años de todas, los hechos se precipitan y es sagaz la manera en que la directora contrasta la vitalidad de las abuelas con el amenazante final de cada una.

El centro del grupo, involuntariamente o no, será doña Teresa, la más vital y liberal del grupo. La abuela de Maite Alberdi, además. "Yo tenía claro que ésta no era la película de mi abuela. Por más encantadora que me pareciera, ella estaba ahí no por su chispa y desplante, sino porque llevaba 60 años juntándose con sus amigas a tomar el té. Y su personalidad tiene un rol en ese grupo, y se irradia, pero es una más", explica Alberdi.

El filme, en la medida que le tomó cinco años de trabajo a la realizadora está también permeado por la convivencia con sus personajes. "Me di cuenta de que tenía una película cuando tuve el material para construir a cada uno de los personajes, y eso fue largo, porque los detalles que necesitaba de cinco mujeres se fueron revelando de a poco, y por supuesto supe que la película estaba lista el día en que el grupo se dejó de juntar", agrega. También los caracteres le sirvieron para reflexionar sobre el cambio de costumbres en el país.

"Hay dos reflexiones importantes. Una es sobre el rol de la mujer. A ellas les tocó vivir un período de cambios históricos radicales, cuando tenían 18 años no tenían ni derecho a voto, las criaron para casarse. Por otra parte, aprendí sobre la amistad: entendí que los amigos no son aquellos que se parecen más a nosotros sino, con quienes hemos compartido las experiencias en común".