Hace un año, los rebeldes talibanes dispararon en la cabeza a Malala Yousafzai en el valle de Swat, una de las zonas de Pakistán más disputadas en el conflicto entre el gobierno de Islamabad y la insurgencia islamista. El ataque se hizo de forma alevosa, en el autobús en el que regresaba de la escuela a su casa. Obviamente, los talibanes querían dar una señal con este intento de asesinato. Querían mostrar lo que pasa cuando niñas como Malala defienden públicamente, con la ayuda de medios occidentales, el derecho de las mujeres a la educación.

El intento de intimidación fue brutal, pero Malala no se dejó acallar, pese a haber sufrido graves heridas. Todo lo contrario: el disparo a la cabeza de la niña les salió a los talibanes como un tiro por la culata. La joven, que hoy tiene 16 años, se convirtió, tras su exitoso tratamiento y convalecencia, en un ícono mundial para la igualdad de derechos que reclaman las mujeres jóvenes en los países islámicos.

En un discurso que suscitó interés mundial, Malala fue la primera persona menor de edad en hablar ante la ONU y ha recibido varios premios internacionales por la defensa de los derechos humanos. Ayer fue galardonada con el Premio Sajarov de la Unión Europea y nuevamente amenazada por los talibanes. Y es candidata para el Nobel de la Paz.

Con su impresionante actitud tranquila y su tragedia, Malala se convirtió en una fuente de inspiración para millones de personas en Pakistán que ansían un cambio y la modernización de una sociedad radicalizada.

Después de varias operaciones en un hospital de Birmingham, Malala decidió quedarse en Reino Unido, junto a su familia. El "efecto Malala" puede estar surtiendo ya los primeros resultados en su patria. Las estadísticas oficiales de su región natal indican que el número de niñas que van a escuelas públicas en el valle del Swat ha aumentado este año en alrededor de un 20%, respecto del año pasado.

Malala ya se había dado a conocer cuando tenía 11 años. Utilizando un seudónimo, llevaba para la BBC un diario en lengua urdú sobre cómo es la vida de una niña bajo la "sharia", la rigurosa ley islámica, sobre la guerra civil y los asesinatos en las montañas del valle del Swat.

Sin embargo, el 9 de octubre de 2012 fue asaltada por los talibanes, que le dispararon a la cabeza. Malala, quien ahora ya está casi recuperada, quiere regresar a su patria y, de ser posible, dedicarse a la política.