Los antecedentes eran mucho más acotados. Como Luis Fonsi aprovechando su paso por el Festival de 2012 para dar un concierto a beneficio de las víctimas de los incendios de Viña del Mar, o Cat Stevens tres años después entregando cerca de $21 millones a un hogar de menores. Pero nada se compara a la decisión de Maluma: el colombiano anunció ayer que donaría todos los honorarios recibidos por su paso por el evento a los afectados por los recientes incendios forestales.
"Es lo mínimo que puedo hacer por mis hermanos chilenos", escribió en su Instagram. Un gesto que, por lo demás, se traduce en cifras. Según distintas fuentes involucradas en su venida, el artista recibió un pago de cerca de US$ 200 mil ($128 millones) por su show, los que serán derivados a los damnificados por los siniestros. La cifra corresponde estrictamente al caché que se embolsará el hombre de El Tiki, sin involucrar impuestos o pagos al resto de su equipo.
Aunque los responsables de su escala en la Ciudad Jardín -la productora T4F+Bizarro- habían sondeado hace días esta posibilidad con la fundación Desafío Levantemos Chile, sólo el arribo de Maluma concretó las intenciones. El domingo, el artista se juntó con el director del espectáculo, Alex Hernández, quien le mostró videos de lo sucedido en el sur.
Ahí el colombiano se convenció y el paso siguiente fue definir la vía para comunicarlo. En un principio se barajó hacerlo en su conferencia o en un punto de prensa especial. Finalmente, optó por sus redes sociales, de manera directa, sin autoridades a sus espaldas ni mucha grandilocuencia, para que el foco sólo fuera el aporte benéfico. Hernández comenta: "Además de ser generoso, me parece súper bueno, porque un alguien como él le da visibilidad global a la campaña".
En tanto, y mientras en la Quinta Vergara estaba cubierta de niebla durante la mañana de ayer, en el Sector de Bosques de Montemar en Concón reinaba un sol que hacía que el lugar pareciera más lejano que tan sólo 13 kilómetros del escenario viñamarino. El tranquilo y acomodado sector donde el intérprete arrendó una casa de más de mil metros cuadrados se encuentra tan alto que supera la llovizna que cubría el resto de la zona.
Un lugar que sería una tranquila zona de descanso para el colombiano, su familia y su equipo, si no fuera por el puñado de fanáticos y curiosos que se sitúan en su portón, esperando ver alguna señal. La Malumanía se desató el domingo, con la conferencia de prensa del colombiano como miembro del jurado, y luego el almuerzo de este mismo grupo en la Ciudad Jardín, generando la euforia de sus seguidoras.
Ayer, el cantante optó por evitar la exposición. Si bien desde temprano nuevamente se instaló una veintena de personas a la salida de su alojamiento, durante la mañana y la tarde, los presentes -niñas y pre adolescentes- se mostraron decepcionados al no ver ni si quiera asomarse al reggaetonero.
Fue en la tarde que llegó el grupo más eufórico. Pero entre el fanatismo y los cantos, la Malumanía también dejó su primera pequeña polémica. Cristián Armijo, de Quintero, llegó junto a su pareja al frontis de la residencia a exigir respuestas. Según él, su hija de 15 años sufrió un accidente esperando en el lugar al músico la noche anterior, cuando una de las camionetas que lo trasladaba pasó sobre su pie. La menor sufrió un esguince y debió ser enyesada en el Hospital Gustavo Fricke. Armijo puso la denuncia en Carabineros, pero dice que no recibe respuesta. Una historia de la malumanía, que recién comienza.