El Manchester City no resistió más la presión de estar casi en lo más alto de la Premier League, privado de la punta sólo por la presencia del imparable Chelsea. Esta semana, a Manuel Pellegrini le correspondió bajarle la cortina a la fecha 31, jugando después de todos el resto, y con los equipos que ocupan puestos de avanzada mirando atentos lo que sucediera con ellos. Y se regocijaron, puesto que los Ciudadanos regresaron a Manchester con las manos vacías, después de caer por 2-1 al Crystal Palace.
La presentación del cuadro del Ingeniero no careció de actitud, sino más bien de efectividad. También precisión, la que hizo falta para encontrar filtraciones en una zaga rival que se paró muy cerca de su arco, pero que hizo gala de su oficio: Rebotaron todos los insistentes ataque del City y resolvieron rápido cada vez que pudieron, con balones largos a la contra, buscando aprovechar los espacios que dejaba el rival. La apuesta era clara.
De todas formas, los goles no llegaron por esta vía. La fórmula fue la pelota parada, con dos impecables resoluciones entre las pocas incursiones que contabilizó el dueño de casa en campo contrario. Primero, en la segunda jugada tras un corner, obra de Glenn Murray (34'), y luego un golazo desde un tiro libre de Jason Puncheon (48').
En tanto, la vía para los Ciudadanos debía ser a gritos el disparo de media distancia. Era lo que obligaba el partido, puesto que la insistencia, la amplitud en la cancha y el buen toque no le aseguraba nada más a la visita que la tener la pelota en los pies, inútil dada las circunstancias. Así lo entendió Touré Yaya, que encontró el descuento cuando quedaban 12 minutos en el cronómetro, ilusionando a la hinchada celeste con encontrar un empate que no servía tanto para las aspiraciones, pero que les evitaba el papelón de la derrota.
Pero no hubo milagro. El tiempo se consumió para el City, de la misma manera que sus últimas esperanzas de ir por el bicampeonato. La nueva derrota, tercera en los últimos cinco partidos, cae en mal momento para Pellegrini, a falta de siete fechas para que termine la liga, y a sólo días de que se viva el clásico de Manchester, con el equipo de Louis Van Gaal amenazando con darle el tiro de gracia a sus coterráneos en la temporada.