No fue un viaje cualquiera. El proceso de extradición que trajo de vuelta a Rafael Garay a Chile desde Rumania no solo tenía expectantes a los medios de comunicación sino también a gran parte de la población que en meses anteriores se había conmovido con su historia de vida y con la trágica enfermedad que supuestamente lo tenía al borde de la muerte. Garay - el autodenominado economista- pasó de estar ansioso a estar tranquilo, y ver películas y resúmenes de los Juegos Olímpicos al interior del avión de AirFrance que lo haría llegar a Arturo Merino Benítez; además comió, tomó café y fue al baño como si fuera un pasajero más de ese vuelo comercial. Pero no, no era un pasajero más.
Su viaje fue custodiado en todo momento por tres efectivos de la PDI que lo fueron a buscar a Bucarest para hacer que enfrentara la justicia en Chile. Y en conversación con La Tercera, el subcomisario Eugenio Ríos -que fue parte del equipo- comentó cómo se efectuó el viaje y cuáles fueron las principales actitudes del ingeniero comercial durante las casi 24 horas que demoró su traslado.
"Todo empieza cuando llega desde Brasov al aeropuerto de Bucarest con la policía rumana. Ahí lo dejan en un lugar especial, mientras se cumplían todos los trámites administrativos y migratorios para que se pudiera subir al avión (...) Nosotros tratamos de darle la mayor tranquilidad, venía muy ansioso al principio", cuenta el policía que añade que "además tuvimos que hablar con los periodistas y pedirles que entendieran lo que pasaba".
Garay, junto a los miembros de la policía de investigaciones, fueron siempre los primeros en subirse tanto al avión del vuelo hacía París como al de París a Santiago. Por protocolo, explica Ríos, quienes se encuentren siendo extraditados deben embarcar primero para que se tomen las medidas de seguridad correspondientes: "No es porque fuera Rafael Garay". Esto también ocurre para que el resto de los pasajeros se suba de manera tranquila. Ese es el objetivo de que además viajen en la última fila de la aeronave.
"Desde que nos pasan a Garay llega esposado al avión, pero nosotros le sacamos la pulsera. Nos preguntaron desde la aerolínea sobre su peligrosidad, si es que es necesario que viaje esposado, pero ahí explicamos que era una persona que iba a ser juzgada por delitos económicos. Nosotros no pudimos observar si es que venía con una actitud violenta", cuenta el efectivo para indicar que el ex panelista que ayer quedó en prisión preventiva viajó con sus manos libres. Esas instancias, sin embargo, fueron interrumpidas al bajar del avión para hacer la escala en la capital francesa.
Pero la ansiedad que llevaba Garay durante las casi tres horas que duró el vuelo entre Bucarest y París desaparecieron, cuando se embarcó a Santiago. En ese vuelo se relajó más: conversó de política, economía, actualidad, deportes, entre otros temas con el equipo de la PDI. También conversó de manera breve con los corresponsales que iban al interior del avión.Y fue en uno de esos intercambios de palabras cuando comentó sobre un problema de alcoholismo que padecía.
En otra de las charlas se refirió a la situación que debería enfrentar una vez que pisara suelo chileno. "Él sabía que tenía un problema judicial, pero tenía que ver primero bajo qué mirada estaba. Sabía mucho de lo que estaba pasando acá, estaba muy informado". "Él sabía que se había equivocado, sabía que se había equivocado. Esa palabra fue la que más uso", cuenta Ríos, que señala que el supuesto economista evitó utilizar palabras como "engaño" o "estafa".
Sobre la cobertura mediática, Garay estaba impresionado, "decía que estaba sobredimensionado" y que todo respondía a la fama que había alcanzado el caso, y que por lo mismo asumía que se le iba a otorgar la medida cautelar de prisión preventiva.
El ingeniero comercial ayer fue trasladado al anexo Capitán Yáber, donde deberá permanecer mientras dure la investigación, cuyo plazo fijado por el tribunal fue de 120 días.