Hay que tener cuidado con el ego. Es un tema muy complicado, sobre todo para los científicos chilenos. Estar liderando proyectos te da reconocimiento científico, político y mediático. También genera envidia y rencores. Me pasó cuando la Fundación de Michael J. Fox nos entregó recursos por mis investigaciones sobre el ELA. Hay que convivir con el reconocimiento, pero con cuidado, porque te puedes desviar. Estoy trabajando para mantener el foco. Le he dado muchas vueltas a esto y prefiero seguir un bajo perfil.
Miro retrospectivamente mi infancia y veo cosas que decían que mi destino era ser científico. Cuando era niño tenía la costumbre de desarmar mis juguetes. Una vez lo hice con el televisor de mi casa y me castigaron. También trataba de hacer robots y mapas de las estrellas. Más grande, con un grupo de amigos formamos un laboratorio en la casa y pedíamos polvos de sustancias químicas a las farmacéuticas para nuestros experimentos. Un día nos explotó una de las mezclas que hacíamos y casi nos matamos. Había una motivación clara en todo eso.
Si no trabajáramos con animales estaríamos todos muertos. Entiendo la postura de los animalistas. El problema es que no hemos sabido explicar por qué lo hacemos. Nuestro trabajo es distinto a lo que hacen las empresas farmacéuticas que prueban cosméticos en animales. Esto es necesario para la vida humana y está supercontrolado. Hay estándares mundiales sobre las mediciones del dolor y el trato con animales que si no las cumples te pueden cerrar el laboratorio. En Inglaterra se condenó a animalistas por terrorismo. Acá tenemos varias medidas de seguridad y tras los ataques en la Universidad de Chile nos hemos comunicado con la PDI. Es un tema que puede llegar a ser muy serio.
La religión es una necesidad humana que puedo entender. Mi familia es supercatólica, pero yo soy ateo. Fue un descubrimiento personal. Nadie es dueño de la razón.
La música siempre ha sido una necesidad. Ser científico marca la forma en que vives la vida, esto no es un trabajo de oficina. Necesitas pensar diferente, ser creativo y estar al borde del conocimiento. Para eso, la música es fundamental. Cuando estoy tocando, estoy pensando en moléculas y células. Tengo la suerte de tener una banda con mi mejor amigo. Con él llegamos a un punto en que podemos llegar a la sala de ensayos y hacer música sin hablarnos. Hay un leguaje que va en otra dimensión. Tenemos canciones grabadas, hacemos rock experimental. En algún momento las vamos a publicar.
Me gusta meter las manos a la tierra. Cuido cada una de las plantas en mi jardín. Preparo la tierra durante todo el año, invierto mucha energía en eso. Es un momento de alta reflexión, en el que puedo estar solo en mi propia casa.
Si no trabajáramos con animales estaríamos todos muertos.
El Ministerio de Ciencia y Tecnología es un desastre. Es triste el panorama, nuestro trabajo no es realmente un tema y no hay un proyecto bien pensado. Chile se mueve mucho por la encuesta del día, sin mirar lo que pasa en otros lugares. Si queremos ser un país desarrollado, la receta es generar conocimiento. Somos de los países que menos invierten en ciencia y eso es terrible.
Estudié en un colegio con tanto nivel de exigencia, que al entrar a la universidad me relajé por primera vez. Era un lugar poco enfocado en métodos diferentes y en habilidades que no fueran académicas. Ahora he optado por matricular a mis hijos en un colegio que también fomente el arte y ser buenas personas. Me di cuenta de que faltaba ese lado más humano.
La ciencia rompe barreras sociales a un nivel que nadie imagina. Para mí es importante trabajar en la Universidad de Chile por eso. Hay muchas instituciones privadas que me han ofrecido trabajar con ellas, pero nunca he aceptado. Acá no importa tu apellido o tu lugar de origen si eres creativo. Esto suena a panfleto, pero eso es lo que veo. Y eso me gusta.