Para mi generación, las figuras de televisión eran como semidioses. La televisión tenía mucha penetración y ellos estaban muy presentes en la casa. Cuando empezaba mi carrera me impactaba compartir con tipos como Raúl Matas, Julio Martínez o Don Francisco. Recuerdo la primera vez que conversé con Cecilia Serrano. No podía creer que hablara con groserías, como una persona normal. Siempre me llamó la atención ese mundo.
Los conductores de noticias debemos ser agradecidos de nuestro trabajo. Yo dependo del resto. Mi pega es privilegiada, me la celebran, es más cómoda y me pagan un poco mejor. La reflexión que hago de la polémica tras la salida de Mónica Pérez de TVN, y todo lo de su sueldo, es que debemos valorar y reconocer el enorme esfuerzo que hacen los demás para que uno parezca inteligente. Hablar de plata me parece una falta de respeto con las personas que trabajan conmigo.
Antes de ser periodista fui músico. Cantaba con guitarra de palo, tocaba canciones de otros artistas pero también tenía las mías. En las peñas la rompía gracias a Charly García y Silvio Rodríguez. Como era tímido, la guitarra me ayudaba a acercarme a las mujeres. Mi mayor logro fue telonear a Facundo Cabral en el Campus Oriente de la Universidad Católica, pero todos me pifearon. Abandoné mi carrera artística porque no era tan bueno.
Soy un gallo supertímido. Estar en televisión me ayuda a saltar etapas que son muy desagradables cuando uno es introvertido. Ser conocido me facilita la relación con todo el mundo sin tener los costos de ser superfamoso.
Nunca tuve buena relación con Jorge González. A él no le gustaba el poder y hubo un tiempo en que la Rock and Pop era la radio más escuchada. A González le daba lo mismo que yo fuera un fanático de los Prisioneros, él desconfiaba de mí.
Es imposible cubrir al jefe. Trabajé en Canal 13 cuando pertenecía a la Universidad Católica. Naturalmente, cuando murió Juan Pablo II no había una noticia más importante. Ahora que el dueño es Luksic, ¿vas a hacer un reportaje denunciando sus empresas? Es absurdo pedir algo así. A mí no me condiciona en nada quien sea dueño del medio, eso es algo que no puedes elegir. Otra cosa es que Luksic tenga un problema social, de interés público. Ahí debemos mantener una cobertura razonable y lo más imparcial posible. Mis principios son la libertad de expresión, el escrutinio y la realidad. Si los dueños se metieran en los contenidos del noticiario, me iría de ahí. Pero eso nunca ha pasado.
En Twitter todos aparentan ser inteligentes, pero eso no es verdad. En un momento cerré mi cuenta porque le prestaba demasiada atención, le contestaba a todo el mundo. No creo en la igualdad de redes sociales. La estupidez e inteligencia están distribuidas de manera equivalente en todos los ámbitos. Volví por una cuestión institucional, pero no me agrada mucho.
Con Sebastián Piñera hay una barra brava que espera que lo trates de ladrón en cada entrevista. Mi opción es ser amable, no tengo que cambiar mi actitud para demostrar independencia. En redes sociales me criticaron por hacerle una entrevista "cornetera", pero siento que hice las preguntas que tenía que hacer. No voy a ser agresivo con Piñera para satisfacer a quienes creen que soy facho ni voy a serlo con Bea Sánchez para quienes creen que soy comunacho. Hago esfuerzos por tratarlos a todos por igual.
Lamento haber perdido la oportunidad de sacarme una foto con Paul McCartney. Lo entrevisté tres veces. En esa época me hacía el cool y pensaba que no podía tomarme fotos por la distancia que debía haber entre periodista y entrevistado. Ahora me da lo mismo, tengo fotos con presidentes y otros famosos. Es parte de los permisos que te das cuando eres viejo.
Me sorprende que Beatriz Sánchez no haya aceptado entrevistas conmigo. Trabajamos juntos en Cooperativa, no entiendo su negativa. Alejandro Guillier y ella tienen el desafío de demostrar que entraron a la política con herramientas suficientes. Veo difícil que vuelvan al periodismo después de la carrera presidencial. No podrían volver con imparcialidad.