Manifiesto: Juan Cristóbal Guarello, periodista




Nunca hablo de fútbol fuera de mi trabajo, solo con gente específica porque me da lata. Me da lata cuando llega alguien y me pregunta no sé, por Arturo Vidal. No tengo nada que decirle.

La televisión es solo un trabajo. No lo considero una razón de vida, no le he puesto mucha atención a lo que hago en televisión. No lo analizo mucho. En la radio me siento más cómodo. Primero, no hay que ponerse corbata ni hay que maquillarse. Después, No hay Consejo Nacional de la Radio, no se lo toman tan seriamente.

Al final del día quiero llegar a mi casa y leer algún libro. Estar con mis perros. Tengo cuatro. Cuando veo tele me gusta ver esos programas de tipos que restauran autos antiguos, me entretienen. Aunque han tratado de darle un matiz como de show, con peleas cruzadas, que me aburre. Lo que a mi me gustan son los autos. Tengo un Ford Mustang 65' que he ido restaurando, lo tengo que llevar ahora. Lo estamos poniendo a punto.

Para ir al cine hay que hacer ese ejercicio que hacía Fuguet de ir a las 10 de la mañana. Pero ahora no lo puedo hacer, no tengo tiempo. Además, el cine está muy difícil. Dan todos las mismas películas, en diez salas, y las otras las dan un ratito, entonces si no fuiste esa semana ya no la viste. Me tienen chato las cabritas. Como en todo espectáculo se necesita un silencio y la gente come en la sala, metiendo la mano al cambucho, es muy ruidoso. Es una chanchería.

La tecnología está causando un problema fisiológico. La gente deja todo en manos del teléfono; camina mirando el teléfono, maneja con él; ya no conversa, todo es por Whatsapp. Estás perdiendo varias habilidades porque ya no las usas, y te vas volviendo una persona más tonta. La última película de Spike Jonze, Her, me pareció bien interesante porque tiene toda la razón, la gente va a terminar pololeando con su computador.

En Chile, en general, es todo muy unívoco. Falta oferta. Se pone de moda algo y eso es todo, un absoluto. La verdad es que ni el reggeaton ni el hip-hop me gustan. El rock ya no ha sacado nada nuevo, es puro pop. Mis bandas favoritas son Deep Purple e Inti-Illimani en lo folklórico.

Lo mejor que le pudo haber pasado al empresariado es que llegara Bachelet. No se está refundando nada. La Bachelet de alguna manera te frena, te media, te hace fusibles porque está hacia los dos lados. Pero no habrán grandes cambios. Las reformas de este gobierno no son de fondo, para nada.

Desde el 82', cuando soltaron el dólar y aplicaron el mercado en su estado más puro, Chile es otro país, con otro lenguaje, con otras prioridades. Hoy finalmente aprendimos que había que hacer una revisión del país que estamos viviendo, y que todos esos absolutos que se habían mantenido por más de 30 años tenían que ser cuestionados porque estaban haciendo crisis: la crisis de la salud, de la educación, de la energía, de las pensiones. Los pilares del modelo entraron en crisis y llegó un momento de repensarlo.

Hay muchos trabajos donde en tres horas se puede hacer lo que en Chile se hace en siete. Les encanta que la gente esté sentada en la oficina. Soy de la idea de dar tareas específicas. Hay una calidad de vida muy mala, y eso genera violencia, frustración, ignorancia y es toda una cadena de errores.

Nunca he pensado entrar a la política, aunque no creo que lo haría tan mal. Entre el 88' y el 94' estuve en las Juventudes Comunistas. Ingresé a ese partido porque era el único decente que había en ese tiempo. Hacíamos propaganda, asistíamos a mítines, jornada solidarias, lo que hace una juventud política, nada especial. Me fui saliendo de a poco, un día no fui más.

En Chile no existe la meritocracia, es un invento. De repente aparece un Golborne, pero incluso más o menos porque era de clase media alta. Porque tener una ferretería en Chile en los 70' era ser de clase media alta. Golborne no viene de abajo. Pero lo de Golborne lo ponen como ejemplo, una especie de mascotas de la meritocracia. Pero en general, los puestos, los naipes están repartidos desde antes.

Mientras más miedo tení peor te va. Por censurarme, por no decir toda la verdad, me costó la pega. En TVN conocí cosas interesantes, por ejemplo: cómo una persona sin ningún atributo como Daniel Fernández se convierte en director ejecutivo, nadie sabe por qué.

Cuando era niño me probé de arquero en la Católica y quedé. A la semana siguiente había que ir a entrenar y era el día de una protesta nacional y no llegó nadie más. Al siguiente entrenamiento, llegué y estaba lloviendo y me dijeron que se había suspendido. Entonces al final dije chao, no resultó. No fui más. Una vez le pregunté a Fernando Carvallo si se acordaba de mi y me dijo: "te salvé la vida hueón, estarías jugando en segunda división".

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