No hay palabras para explicar lo que significa perder a un hijo. Me había ido a vivir a Argentina junto a mi esposa cuando le dio peritonitis. Fue terrible, no sé cómo describirlo. Lo que pasó después es una nebulosa, no tengo muchos recuerdos de esa época. Era un zombie. Tras esa experiencia nos divorciamos. Era muy difícil seguir así. Mi hija mayor fue mi razón para salir adelante.
Con Francisca García Huidobro decidimos tomar caminos aparte. La conocí en el estadio. Estábamos sentados uno al lado del otro en un partido de la Universidad Católica, nos metieron un gol y su hijo se puso a llorar. Yo lo consolé y ahí empezamos a hablar. No hay nada interesante que contar, fue una separación por diferencias particulares. No es fácil tomar una decisión así de fuerte. Ha sido muy triste.
Ahora vivo con mi hija de 13 años. No es una relación fácil, crecí entre puros hombres y no estaba acostumbrado a los problemas hormonales de la adolescencia. A veces me odia, pero es muy comprensiva y amorosa conmigo. Estoy orgulloso de ella.
En mi vida soy un estratega. Siempre estoy analizando qué pieza mover. Me identifico plenamente con José Moruinho antes que Marcelo Bielsa o Pep Guardiola. Nada de lo que hago es al azar.
Mi mamá murió de cáncer y dejó a mi papá criando solo a cinco hombres. Es como la historia de Machos, la teleserie. Yo vendría a ser el personaje de Cristián Campos. Era el hermano mayor y tuve que ayudar en la casa. Estaba estudiando y me pidieron que me pusiera a trabajar. Fue un golpe muy duro para todos.
Soy totalmente cuico. En mi familia no éramos millonarios, pero nunca nos faltó nada. Vivimos en Vitacura y Las Condes. Mis papás me decían que había palabras que no podíamos decir: once, vienesa. Es lo que me tocó, ahora estoy más abierto.
En el colegio era de hacer bullying a todos los que eran distintos. Venía de una formación muy conservadora, de una familia pinochetista y la homosexualidad me chocaba. Me burlaba de las personas que resultaban ajenas a lo que estaba acostumbrado. Me arrepiento. Luego empecé a cuestionar las cosas que me habían enseñado en la casa del punto de vista moral, político y religioso.
No me molesta que me encuentren poco serio. Hubo personas de mi canal que no les gustó que me cortara el pelo como Arturo Vidal. Nunca salí en televisión así, lo hice en mis vacaciones. En Nueva York la gente me reconocía por ese corte. Encontré valiosa esa experiencia. Cuando niño no tenía voz ni voto cuando iba al peluquero y hoy todos los niños quieren cortarse el pelo así. Lo hice para botar una barrera personal.
Todos sabíamos y aceptamos los actos de indisciplina de Arturo Vidal. Había una especie de trato: si la Selección ganaba no había problemas con lo que hicieran fuera de la cancha. Me da pena el chaqueteo nacional. Los futbolistas no son los encargados de dar ejemplos de moral y buenas costumbres. ¿Quién no conoce a un tipo que haya llegado al trabajo después de una fiesta?
Sabía que la pelea con Claudio Borghi era un gran momento televisivo. Podríamos haber evitado el incidente, pero seguimos adelante. La televisión es un show. Estábamos calientes tras la eliminación del Mundial y nos dijimos cosas al aire. No he vuelto a hablar con él, porque no lo he visto. No creo que alguno llame al otro. Yo me estaba refiriendo a una cuestión estadística y Borghi se lo tomó por otro lado. Está bien que se enoje. Yo estoy tranquilo.
Cuando uno habla de equipos que no sea Colo-Colo o la U de Chile baja el rating. Hay hinchas que se ofenden por la cobertura, pero esto es un negocio como cualquier otro. Soy hincha de la Universidad Católica, pero entiendo la decisión. Transmitir es caro y cuando algo no vende, se baja de las vitrinas.