Soy el exiliado más raro de Chile. Debo ser la única persona que fue exiliada por la dictadura militar sin haber estado en Chile para el gobierno de Salvador Allende. Salí a estudiar antes de la Unidad Popular y luego traté de volver al país a finales del año 1974. Me arrestaron en el aeropuerto, estuve encerrado 24 horas en Policía Internacional y luego me deportaron a México. Después supe que un compañero de la universidad trabajaba en el servicio de inteligencia de la Fuerza Aérea y me había denunciado por izquierdista. Por años soñé con volver a verlo y agarrarlo a golpes.
Lo he pasado mal con el cáncer. Tengo dos tipos de cáncer distintos en la vejiga que tienen buen pronóstico, pese a su severidad. Tengo las piernas dañadas y no puedo caminar mucho. Los tratamientos me han golpeado.
Uno de mis hijos es rabino y yo soy ateo militante. Nunca lo llevé a la sinagoga. Descubrió ese mundo estando en la universidad, se juntó con otros amigos judíos que lo engancharon y ahí se fue por la senda del mal, como le digo en broma. No fue fácil. Hubo un momento en que nos juntamos a conversar para hacer la paz y no pelear más. Hoy se ha convertido en uno de mis mejores amigos.
Mi balance del gobierno de Michelle Bachelet es negativo. En lo positivo hay cuestiones que reconocerle. Entre ellas está el binominal, la ley de carrera docente, la reforma a los partidos y el aborto en las tres causales. Sin embargo, creo que este ha sido el gobierno de la desprolijidad. La ley tributaria, la de inclusión y la laboral eran reformas necesarias, pero que se hicieron mal. Si pongo ambas cosas en la balanza, el resultado es negativo.
La gratuidad en la educación no debe ser la primera prioridad. Se pone excesivamente el foco en eso y no está bien. Queremos gratuidad en un país donde el 70% de las carreras no están acreditadas. Y así los chiquillos entran a carreras pésimas. Como el apuro era la bandera de la gratuidad, empezaron todo mal.
Me encanta hacer comentarios puntudos en Facebook. Estoy bastante retirado y me divierto en las redes sociales, escribiendo leseras y metiendo el dedo en el ojo a la gente. A veces me replican los medios de comunicación. Bienvenido sea.
Los mexicanos son mucho más simpáticos que los chilenos. De vuelta en Chile me bajó otra depresión, porque no soportaba a mis compatriotas. Los encontraba enfermos de desconfiados y chaqueteros. Me costó un tiempo acostumbrarme a eso. Ahora debo ser igual de desconfiado y chaquetero. Cuando viajo a México me relajo. Creo que Chile es un país muy tenso.
"Los mexicanos son mucho más simpáticos que los chilenos"
Soy la oveja negra de mi familia. Mis padres eran de derecha total. Mi actual esposa también es de centroderecha y cuando nos casamos nadie daba un peso por nuestro matrimonio. Uno de mis orgullos es que fuimos capaces de congeniar y ser un ejemplo de reconciliación política.
En matemáticas era el porro del curso, no entendía nada. Mis padres estaban resignados y pensaban que era el tontito del curso. Me contrataron un profesor particular que me enseñó todo desde cero. Aprendí lo que significaba un número y me ayudó a entender las matemáticas de otra forma. Hoy, soy amigo de ese profesor y nos seguimos viendo. Ese profesor me cambió la vida.
La universidad fue la mejor época de mi vida. En el colegio me hicieron mucho bullying. Era muy tímido. Entré a estudiar ingeniería y fue una época muy distinta, en la que me pude divertir.
Me gusta la música clásica y la salsa cubana. Soy un salsero por excelencia. Aprendí a bailar en México y me gustó mucho. Si tengo que elegir un estilo que me guste desde siempre, esa es la música clásica. La música moderna no me entusiasma.
Tengo decidido escribir mi autobiografía. Ahora estoy escribiendo un libro académico, pero en dos años quiero escribir mis memorias. No será sobre lo afectivo, quiero que sean mis historias políticas y laborales. Va a sacar ronchas y probablemente tenga que exiliarme de nuevo. Va a estar divertido.