Manuel Marfán, ex vicepresidente del BC: "El PS siempre fue un partido con una propuesta de país y hoy se ha hecho parte del clientelismo"
Manuel Marfán está "emocionalmente dañado" desde que el comité central de su partido -el PS- decidió elegir como abanderado presidencial al senador Alejandro Guillier y, con ello, dejar en el camino al ex mandatario Ricardo Lagos. Para él, el escenario político-económico que abrió esta decisión se puede transformar en el "golpe de gracia que finalmente genere la argentinización o la chavinización de la política chilena".
"Un diputado que fue elegido recientemente, no diré su nombre, les preguntó a sus camaradas en su distrito: ¿Estás conmigo? Porque si estás conmigo tendrás todos estos beneficios, pero si estás contra mí no tendrás nada. Eso es clientelismo puro y simple".
Así está para Manuel Marfán la política hoy, lo que ratificó -no sin desilusión- hace una semana, cuando el Partido Socialista (PS) eligió a Alejandro Guillier como el abanderado del partido, empujando a Ricardo Lagos a tomar la decisión de abandonar la carrera presidencial.
Marfán como ex subsecretario y ministro de Hacienda; como ex consejero y vicepresidente del Banco Central, preferentemente analiza la evolución del país desde la economía y las políticas públicas, pero en esta entrevista con La Tercera, y dada la "gravedad de los últimos acontecimientos políticos", mezcló su diagnóstico técnico con los de una persona que está desde 1986 en el PS.
"Estoy emocionalmente dañado", dice en una de las oficinas de Cieplan, donde ejerce como investigador y director. ¿La razón? "Encuentro terrible que quienes tienen la capacidad de tener visión de largo plazo queden fuera de la papeleta", y advierte que "la decisión que tomó el Partido Socialista generará un antes y un después".
Pero este ethos -como él mismo lo califica- se- se arrastra desde hace varios años, "porque la política, en general, viene mal por varias razones y afecta a distintas naciones". Entre ellas, explica, en muchos países desarrollados la crisis de 2008 todavía no se supera; las redes sociales permiten una expresión y vigilancia ciudadana que antes no existía, y, al menos en Chile, nadie ha asumido en serio abordar el paradigma del desarrollo.
"Tengo la impresión de que fuimos muy exitosos en lo que se había planteado como paradigma hacia fines de los 80, que era reducir la pobreza, porque para sorpresa de todos fuimos muy golpeados por la Casen de 1987, donde las personas de escasos recursos llegaban a un 47,5% de la población", recuerda.
Pero, agrega, actualmente "no hay problemas de gobernabilidad, no está la dictadura, la pobreza ha bajado, porque medida igual que en aquel entonces es de 7,1%, la economía se ha multiplicado varias veces como se mida, y surgió una clase media que no demanda subsidios ni sólo accesos, sino calidad en educación, salud, etc. Entonces, los problemas que tenemos hoy día, los malestares son distintos a los que teníamos hace 30 años y dan cuenta más bien de un país que ha progresado".
¿Lo que, a su juicio, no está siendo representado por la clase política?
La agenda de temas que aparecen hoy -como las marchas de pingüinos, de la Ley Ricarte Soto, de pensiones, entre otras- son demandas de clase media y no hay un paradigma en la política para enfrentar esta nueva etapa.
¿Este vacío sucede en todo el espectro político?
Sí, porque lo que ha estado ocurriendo es que en la ausencia de una tierra prometida, de una visión de largo plazo, toda la política pasó a llenarse de temas circunstanciales. Cuando uno ve cuál es el proyecto de la derecha no se sabe cuál es. De hecho, yo creo que no existe. El ex gobierno de Sebastián Piñera, que hizo un trabajo previo en los grupos Tantauco, tenía una visión de futuro, que puedo no compartir, pero había un proyecto país. No obstante, qué se hizo de eso: 0.0 = nada. O sea, el gobierno de Sebastián Piñera no hizo nada para poder avanzar hacia una nueva etapa.
¿Este gobierno logró distinguirse de eso?
No se distingue, porque en esos casos cuando no se tiene un paradigma ordenador, finalmente la política se transforma en un tema de pujas corporativas. O sea, Revolución Democrática o el movimiento de Gabriel Boric o cualquiera de esos son partidos que se forman en torno al movimiento estudiantil, que representan intereses corporativos de los estudiantes universitarios y muy poquito más.
Así y todo, hoy día aglutinados en el Frente Amplio forman un sector de la izquierda que tiene complicada a la Nueva Mayoría…
Aunque quieran creer que son de izquierda no lo son. Estoy hablando de la izquierda que aflora con el sistema capitalista.
¿Por qué?
A ver, cuando uno se embarca en algo es muy importante saber cómo se sigue hacia adelante, porque eso permite crear las condiciones para que el sistema se reproduzca. Pero cuando las demandas son inmediatas, la satisfacción que se da no incorpora el cálculo de saber cómo continuará. Y esto no es ser de izquierda, sino es ser de un sector corporativo. Entonces, esta valorización de una expresión que llaman ciudadana yo la nombraría abiertamente corporativa, porque sólo la tienen aquellos que tienen capacidad de organización. En realidad, el título exacto que tiene esto es la trampa del ingreso medio, es una argentinización de la política, es el clientelismo el que manda, donde los partidos políticos asumen el poder y premian a los que participaron en las campañas con cargos públicos para volver a ganar la próxima elección, pero sin un proyecto país.
¿Esto le pasó al ex Presidente Lagos?
Tengo la impresión de que se acabó el sueño de la izquierda al haber eliminado de la papeleta al único candidato que ha realizado obras en función de avanzar hacia una tierra prometida, de tener un proyecto republicano de mediano y largo plazo. Sacar de la papeleta a Lagos y tener como opción presidencial sólo expresiones de empatía, de superficialidad, de frases que suenan bien, pero que no tienen condiciones de reproducción en el tiempo, muestra que se acabó con eso el sueño de izquierda. Estas frases son el chavismo, el embarcarse en aventuras que no son capaces de reproducirse en el tiempo y que, obviamente, terminan en un gran desastre.
Pero aquí parece lo contrario, la gente identifica al Frente Amplio como más de izquierda…
Lo que estoy diciendo es que ellos filosóficamente no son de izquierda, son corporativistas. Eso no representa una posición progresista, es más, hay una cosa de realismo mágico, porque dicen: ¡Qué si nos levantamos y marchamos entonces con la voluntad política y con el pueblo vamos a demostrar que 2+2=8! ¡Lo que es una cosa absurda!
¿En las próximas elecciones no es la izquierda la que estará en la papeleta, sino los grupos corporativistas?
No hay nadie hoy día que esté representando a la izquierda en la futura papeleta presidencial. Suecia logró avanzar desde un país pobre a una potencia desarrollada en una travesía de 40 años de gobierno socialista. O sea, darse gustos de país desarrollado con el nivel de ingresos que tenemos actualmente es ir directo al desastre, por eso el paradigma que hace falta, precisamente, en la derecha y en la izquierda, es el del desarrollo.
¿Y este paradigma del desarrollo no está en esta izquierda corporativista?
Es que no existe eso, tenemos hoy día una izquierda peronista, es una argentinización de la política y Argentina ha sido el caso emblemático de la literatura mundial de la trampa del ingreso medio. De tenerlo todo para dar el salto al desarrollo, pero sin los liderazgos políticos necesario para hacerlo.
Lo que se enterró con la bajada de la carrera presidencial de Ricardo Lagos...
Claro, ni siquiera vamos a tener la posibilidad de votar por ese tipo de liderazgo, salió de la papeleta el nombre de Ricardo Lagos y no hay nadie que represente un paradigma, a mi juicio, verdaderamente de izquierda. Ahora, yo me puedo equivocar en esto, disculpen la arrogancia, pero en economía me equivoco menos, porque me acuerdo que tenía una depresión gigantesca cuando se eligió a Patricio Aylwin como candidato presidencial, pero terminó siendo un gran Presidente.
¿Quiénes son los responsables de la salida de Lagos?
El clientelismo que existe en todos los partidos, incluso en el Partido Socialista. Siempre me había sentido muy cómodo en el PS, porque resolvía muy institucionalmente sus problemas, pero esta vez llamó mucho la atención que se haya resuelto el candidato presidencial sin discusión, no hubo debate. Es muy sorprendente que haya sido el PS, de todos los partidos de la Nueva Mayoría, el que haya provocado finalmente este resultado. Esto es muy grave, porque no hay ningún país que haya progresado realmente en el tiempo teniendo como forma de hacer política jugar permanentemente a Robin Hood, sin debatir contenidos verdaderos, donde todo es la puja distributiva y redistributiva y quitarles a unos para darles a otros.
¿Un ejemplo de este juego?
Escuché a Alejandro Guillier cuando era candidato a senador por Antofagasta y decía que parte de los recursos del cobre tenían que quedarse en esa región… Eso es Robin Hood. Así no podemos tener sistemas buenos de educación, de salud, como se requiere en un país mayoritariamente de clase media. Uno no puede decir vamos a construir el país sin los empresarios, sin este u otro sector, no, todos son necesarios: empresarios, mapuches, todas las variedades de preferencia sexual, etc. No se puede construir un proyecto país sobre la base de una política que se decide dependiendo de quién se toma la calle. Por eso, no la llamaría demanda ciudadana, creo que es un mal nombre, es corporativista para ponerle el verdadero nombre.
¿Existe la posibilidad de reversión?
Lo que veo es que la clase política está decodificando las señales desconociendo que para poder avanzar se requieren horizontes de tiempo más largos. Es clientelista del momento. Se plantean medidas como la realización de un sueño, pero después se convierte en la peor pesadilla, porque no tienen un elemento básico: hasta dónde quiero llegar. Esa manera de abordar la política o abordarla con retroexcavadora no es la manera que, a mi juicio, interpreta lo que ha sido la izquierda moderna. La izquierda tiene una visión de mediano y largo plazo y no es aquella que sostiene que tenemos que ir rapidito sin saber a dónde. Ese es el punto. Dicen tengamos un sistema de pensiones de país desarrollado cuando todavía no somos desarrollados. Es una cosa miope, coja y que debería ser parte del debate público, porque el país tiene el derecho de elegir.
¿Cree que con la decisión del comité central del PS de apoyar como candidato a Guillier se limitan las opciones de debate?
Se hace una votación donde no se abrió espacio para discutir qué es lo que realmente estaba en juego en la decisión del comité central. No es un problema de que uno es mayor que el otro, que uno tiene pelo y el otro no, que uno es del pasado y el otro no, ¡no es eso! Esas son etiquetas que se ponen… Es evidente que esta entrevista que estoy dando es muy emocional, porque me siento profundamente afectado, ya que lo que realmente creo y siempre he defendido en el PS ahora no estará en la papeleta final. No habrá un representante de lo que yo creo que es mejor para el país.
¿No le dará una oportunidad a Guillier o a Carolina Goic?
Creo que sí, habrá que darles la oportunidad a Guillier y a Goic, pero tengo la impresión de que ese proyecto país de futuro con una propuesta de largo plazo y de continuidad es un conjunto vacío hasta ahora. Llevamos varios gobiernos seguidos, donde la prioridad no ha sido la construcción de futuro, sino que ha estado dada por la calle y las encuestas. Entonces, uno se pone algo escéptico, es posible que este sea el momento de que la emoción supere a la razón, pero me temo que hay un antes y un después de la decisión del PS, porque puede ser que la salida de la carrera presidencial de Ricardo Lagos sea el golpe de gracia que finalmente genere la argentinización o la chavinización de la política chilena.
¿Cómo se llegó a este punto?
El problema que hay es que no ha habido un liderazgo político para enfrentar los nuevos desafíos. Ese liderazgo que nos lleve a pensar en qué es lo que queremos ser, cómo nos gustaría que fuera Chile en 20 o 30 años más. Esa parte es la que no existe desde que pasamos a ser un país de clase media y el desencanto de la política tiene que ver con esa ausencia, porque la política hoy es pura representación, todo es la calle. Hoy día todo lo que me permite ganar la próxima elección reniega de lo que es la historia del PS. El Partido Socialista en Chile desde su fundación siempre fue un partido con una propuesta de país y hoy se ha hecho parte del clientelismo.
Desde esta visión, ¿el país está estancado?
Todavía estoy emocionalmente dañado, porque la figura que podía reunir estas ideas para construir y liderar este país de futuro no estará en la papeleta. No habrá ninguno que recoja eso. Entonces, la decepción es grande y nosotros ya hemos perdido más años que los que perdieron otros países en darse cuenta de cómo dar ese salto a una etapa superior y ahora es posible que tengamos que esperar otros cuatro años. Mi lado optimista es que Guillier termine siendo una revelación, pero es difícil que a la edad de él sea muy distinto hacia futuro de lo que ha sido en el pasado, pero igual esperaré. Mientras tanto, seguiré trabajando en el hardware y estaré disponible para presentar esas ideas a quien quiera escuchar. Chile ya fue un caso de desarrollo frustrado hace 100 años y estamos encaminados a una versión 2.0 de ese fracaso.
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