El Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el mayor acelerador de partículas del mundo y un ícono para la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), entró en receso ayer.
Luego de tres años de trabajo, en los que aportó datos para más de 700 publicaciones, entre ellas, la que consiguió probar con un 99,9% de certeza la existencia del bosón de Higgs o "partícula de Dios", la máquina pasará por revisiones y reparaciones de rutina para retomar su trabajo entre febrero y marzo de 2015, pero a casi el doble de su actual capacidad: pasará de 8 Tev (teraelectrovoltios) a 14 Tev.
"Tenemos todos los motivos para estar muy satisfechos con los primeros tres años del LHC. La máquina, los experimentos, las instalaciones informáticas y todas las infraestructuras se comportaron estupendamente y tenemos un gran descubrimiento científico en nuestro bolsillo", dijo Rolf Heuer, director general del CERN, en un comunicado.
Más potente
Para 2015, cuando el colisionador vuelva a funcionar cada haz podrá alcanzar siete Tev de velocidad, lo que implicará choques de 14 Tev, un nuevo récord para experimentos de este tipo, y la producción de millones de bites de información.
Sólo durante las últimas semanas el LHC produjo 100 petabytes (mil millones de millones de bites) de datos, volumen equivalente a 700 años de películas en HD; con información que proviene de los choques entre protones de plomo realizados el último mes.
Aún con la detención, los investigadores tendrán mucho material por analizar durante los siguientes dos años. "Efectivamente, hubiera sido mejor tenerlo funcionando, pero también es muy bueno tener una energía más alta, porque uno puede buscar otros fenómenos que de otra manera no se pueden observar", explica Marco Aurelio Díaz, académico de la Facultad de Física de la U. Católica, quien fue parte de los equipos de investigación del experimento.
Funcionando a mayor velocidad, el LHC podrá no sólo reconfirmar la existencia del bosón de Higgs, sino también dedicarse al estudio de los neutrinos -partículas subatómicas con una masa muy pequeña, difíciles de estudiar y consideradas un actor importante en el cosmos, ya que influye en la expansión del Universo y es un elemento crucial en el balance de la composición química del cual depende nuestra existencia.
También, teorías distintas al modelo estándar que actualmente rige la física moderna, como la de supersimetría que postula la existencia del doble de las par- tículas que vemos, pero con una masa más grande. Esto, sin contar la posibilidad de hallar más dimensiones que las conocidas.
Etapa de mantención
Con la detención programada, que comenzó ayer, se enfriarán los cerca de 1.700 imanes ubicados en la circunferencia de 27 km construida en la frontera franco-suiza, 100 metros bajo tierra.
Estos imanes permiten la movilidad de los haces de protones, cuyas colisiones permiten descubrir y conocer estas partículas fundamentales para entender cómo se formó el Universo y la materia. Luego de ello, el trabajo se enfocará en la revisión de 10.170 empalmes de alta corriente que conectan a los imanes entre sí.
La idea es fortalecer los imanes para que sean capaces de trabajar como hasta ahora, pero con protones chocando al doble de velocidad.