Cuando el fondista keniata Julius Keter quiso revalidar por tercera vez su título en el Maratón de Santiago, el año pasado, debió esforzarse más de la cuenta. Y aún así no lo consiguió. Curiosamente, su verdugo no fue el eritreo Beraki Beyene (ganador vigente). No. Quien hizo de su carrera un dolor de cabeza fue un simple quiltro nacional.
Al principio el can se presentó como su amigo, un custodio que le acompañó gran parte del circuito. Más tarde y quizás con afán de protagonismo, el anónimo perro comenzó a cruzarse en medio del trazado del africano, hasta que consiguió derribarlo, dejándolo magulladuras en su cuerpo y en su orgullo. Welcome to Chile, pensaría más tarde el molesto atleta.
Los perros callejeros son parte de la identidad nacional, de la íntima fauna chilena. Los hay de todos los tamaños, colores y formas. Moviendo sus colas, urgando en la basura, persiguiendo vehículos o, simplemente, descansando bajo una sombra pasajera, siempre están ahí. Donde sea. A la hora que sea.
Las masivas aglomeraciones son escenarios favoritos para ellos. Hoy, muy probablemente estarán repartidos por docenas al ingreso del Estadio Nacional, o serán parte del público asistente al festival Lollapalooza; un bocado de comida, una caricia amable o, simplemente, la fascinación de estar junto a sus pares caninos. Las razones pueden ser muchas para que la jauría, cual comparsa, hagan de las suyas.
Son vagos, es cierto, pero también van por la vida sana y el deporte, por lo que en el Maratón de Santiago son un invitado obligado... De piedra para muchos.
Verlos correr junto al séquito runner es común. Muchos incluso terminan los 42k en mejores condiciones que varios pero, lamentablemente, en esta fiesta el mejor amigo del hombre no fue considerado. Un error hasta ahora.
Conscientes de este problema es que en la próxima versión será desarrollado un programa específico de control canino, con el que se espera evitar que historias como la de Keter se repitan.
Para ello, MDS junto con distintas fundaciones de protección animal, las municipalidades de Santiago, Providencia y la Intendencia Metropolitana implementarán un plan para reunir a los canes y evitar que corran por el circuito (ver infografía).
Verdaderos hoteles caninos serán implementados en siete puntos estratégicos a lo largo del circuito. Allí, cada animal será resguardado en un corral individual, recibiendo cuidados veterinarios, baños secos, comida e hidratación.
Cada perro será ingresado a un sistema de control canino y se les colocará una identificación para futuros controles, todo acorde al plan de tenencia responsable de mascotas.
Extranjeros de América y el mundo llegan todos los años hasta el Maratón de Santiago. El próximo 12 de abril, cuando larguen los corredores, algo habrá distinto: el perrito vago, postal natural de la carrera, será sólo un recuerdo.