Los pasos de Marcela Goicoechea apenas se sienten cuando atraviesa, sonriente, el pasillo de la administración del Teatro Municipal. Han pasado 20 años desde que llegó a Chile y ahora, a los 42 años, dejará los escenarios para darle tiempo a su familia. Lo hará con una adaptación de Carmen, de Bizet, que fue justamente la obra que despertó su vocación, cuando la vio a los siete años en Argentina.

Criada en una familia de deportistas, estudió en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y después en Cuba. En 1989, a los 22 años, se convirtió en primera bailarina del Ballet de Santiago. "Llegué y encontré una compañía joven. Había tantas funciones que todos teníamos una oportunidad, y eso yo no lo había vivido antes", recuerda.

Goicoechea anunció a comienzos de este año a la directora del ballet, Marcia Haydée, que ésta sería su última temporada. "Desde entonces, cada vez que he salido al escenario ha sido para mí una despedida y lo disfruté mucho", agrega.

Aunque el apoyo de quienes la han acompañado es incondicional, a Luis Ortigoza le produce sentimientos encontrados la opción de retirarse. Hace 18 años que son pareja de baile y han logrado una gran compenetración en el escenario. "Yo siempre pensé que iba a dejar de bailar antes que Marcela y este año ella llegó con esa determinación que ninguno pensaba. Fue muy drástico, pero es admirable también que se vaya en un momento importante de su carrera, porque la visión que tenemos de ella va a quedar en un nivel muy alto", destaca Ortigoza.

Con orquesta dirigida por José Luis Domínguez y coreografía de Marcia Haydée, la función de despedida será este miércoles a las 20 horas. Dejando de lado lo que siempre ha sido para ella una manía, Goicoechea confiesa que esta vez quiere darle prioridad a las emociones: "Espero que ese día no se trate acerca de lo perfecto o no, sino de agradecer todo lo que me dio el público, todo lo que me dieron mis compañeros. Me gustaría que fuera una función llena de emotividad".