La familia Ovalle pasa sus vacaciones en el sur de Chile. Tienen un fundo en la Región de La Araucanía, donde son atendidos por un grupo de trabajadores mapuches. Descansan tomando baños termales, celebrando cumpleaños y jugando dominó. A veces reciben visitas y comparten una copa de vino. Cuando salen de casa ven policías que allanan propiedades y detienen lugareños, pero prefieren mirar para el lado.
Manena, la hija de 16 años, es la única que siente compasión. Los demás están demasiado ocupados en sus propios problemas, como Francisco, el padre de familia, quien busca terminar de una buena vez con la plaga de carpas que invade la laguna. Acompañado de Pedro, uno de los sirvientes mapuches, hará dinamitar el lago para acabar con los molestos peces. "Esta idea de un tipo que hace una cosa así, pero que no es capaz de ver el conflicto alrededor suyo, me parece que funciona bien como metáfora del país", dice Marcela Said, directora de El verano de los peces voladores, película estrenada en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes pasado y que este jueves llega a la cartelera.
La cinta se basa en una historia real que la realizadora conoció en 2008 en una visita a la zona, mientras rodaba su documental El mocito. La imagen de estos peces volando por los cielos avivó su imaginación.
Protagonizada por Gregory Cohen, Bastián Bodenhöffer, Francisca Walker y Roberto Cayuqueo, El verano de los peces voladores es el debut de Said en la ficción, tras desarrollar una exitosa carrera como documentalista (I love Pinochet, Opus Dei). "Esta historia no se prestaba para el documental. Me encantó la imagen de un tipo dinamitando una laguna, me pareció súper fuerte, y hubiese sido raro tener que entrevistar a gente sobre eso y pensé que la ficción era el lenguaje perfecto para retratar la historia", relata.
El rodaje de la cinta se extendió por 24 días y la post-producción comenzó de inmediato. "Fueron muchos meses de trabajo sin descanso", cuenta, quien compara las velocidades de producción entre ambos géneros. "Un documental puedes demorarte años, vas relajado filmando y reflexionando sobre lo que haces. En cambio, en ficción tienes 24 días de rodaje y un presupuesto. Es una máquina de producción muy grande", afirma.
A pesar de esta variación , continúan elementos característicos de su obra. "Sigo retratando cosas con las cuales no estoy de acuerdo, en esta película muestro la indiferencia y la invisibilidad del conflicto". Si antes se adentró en la intimidad de los fanáticos del ex general Pinochet y luego en la cúpula cerrada del Opus Dei, ahora se interna en aquella "burguesía que vive desconectada de la realidad".
Para la directora, el conflicto en La Araucanía es ignorado por los Ovalle tal como parte de la sociedad lo hacía también. "Hoy se habla un poco más del tema, pero me parece grave que esto pasara tan cerca de nosotros y que la prensa no cubriera o el gobierno chuteara el problema. Allí hay algo que resolver y no podemos seguir haciéndonos los lesos", argumenta.
Por estos días trabaja en el guión de su próxima película, sobre una mujer que toma clases de equitación con un ex agente de la Dina, inspirado en Juan Morales Salgado, ex jefe de la Brigada Lautaro e instructor de aquel deporte, actualmente detenido en Punta Peuco.