María Fernanda Valdés (25 años) está sentada en el comedor de su departamento de Providencia. Lleva semanas sufriendo y digiriendo los efectos de la gamberrada en forma de gruesos garabatos que Jorge Carinao, pesista paralímpico, y Romina Pérez, patinadora, escribieron en su auto. Durante la entrevista (suena su celular y es un miembro de la Policía de Investigaciones de Chile del área Cibercrimen por los memes publicados en su contra el martes pasado. Corta el celular y sigue la entrevista)
¿Se arrepiente de haber aireado el caso?
Miro para atrás y pienso que ya fue. Hice conocido lo que me pasó. Hubo mucha gente que me envió su apoyo y sinceramente, creo que estas cosas no pueden seguir pasando. Somos todos amigos, y si no lo somos, hay un respeto entre deportistas. Yo me puedo llevar mal con alguien, pero no por eso tengo que andar pegándole a la gente, por ejemplo.
¿Cómo lo enfrentó su gente, su familia?
Me contuvieron, pero jamás mostré cómo me sentía. No soy de las que llora y demuestra mucho las cosas. Aunque el día que pasó lo de los memes, me sentí sobrepasada. En un minuto dije "basta, qué está pasando". Pero sólo fue un lapsus, después me calmé.
Si le dicen que lo que sufrió constituye delito, ¿seguirá hasta las últimas consecuencias?
Por supuesto que sí. Ese niño [el ex pesista Ignacio Arriagada, autor de los memes] necesita apoyo psicológico. Lo dejé dicho en la declaración: no quiero que lo tomen preso, sino que le den apoyo psicológico, porque está mal.
¿Qué fue lo que más le afectó?
Me cuesta mucho reconocer que me dolió. Pero hubo un momento en que no sabía qué hacer, que fue el que le comentaba de los memes. La gente, además, me preguntaba cómo estaba, y uno siempre intenta decir que bien. Al final no, me estaba mintiendo.
¿Cómo se desahogó?
Es que no me tenía que afectar. Había que seguir entrenando. Un deportista tiene que mantener el foco en el entrenamiento. Si hubiese dejado que entrara en mí esa sensación, se me va todo lejos.
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Foto: Mario Tellez.[/caption]
¿Qué fue lo primero que pensó cuando encontró su vehículo con garabatos?
Mi primera impresión fue: "Son pavos, puta que les dolió mi medalla". Vi sólo un garabato que estaba en el parabrisas de adelante. Fui a buscar más maletas y le dije a mi pareja: "Mira, me rayaron el auto". Y Jaime me dice: "Oye, pero te lo rayaron entero". Y ahí me di la vuelta y claro, leí el resto. Sólo había leído el que decía "baja de peso"...
¿Cómo fue el regreso a casa?
Callada, con rabia... son cosas que no puede pasar. Mi pareja intentaba cambiar el tema y yo sólo respondía que el lunes iba a venir a conversar con Wilson Cuello, el encargado del recinto del CAR.
¿No se lo tomó a broma?
Claro, pensé que eran unos tontos por hacerlo. Pero después no, pensé que esto no podía quedar así. Fui a hablar con el guardia que estaba a esa hora y le dije lo que me pasó. Él fue a ver los garabatos al auto y me dijo: "Esto es una falta de respeto". Como era viernes, esperé hasta el lunes para mostrarle los vidrios rayados a Wilson. Anduve para todos lados ese fin de semana con los garabatos escritos. Volví el lunes y le dije a Wilson que si podía entregarme las imágenes de las cámaras de seguridad para ver quién fue. Me respondió que debía conversar con Jaime Guadalupe, el director del CAR, para ver qué se podía hacer. El martes, 1, le envié un correo a Guadalupe contándole lo ocurrido. No tuve ninguna respuesta y el viernes mismo, lo llamé pidiéndole explicaciones. Me respondió que esperara porque debía conversar con Cuello y que a través de un correo tendría alguna respuesta. Ese mail nunca llegó.
Lo que sí llegó fue una llamada de Jorge Carinao, ¿no?
Sí, me suena mi celular el mismo martes. Era él. Jamás pensé que sería para contarme que había sido el de los rayados. Te juro que no recuerdo bien qué le dije, porque tenía tanta rabia... Incluso iba caminando por la calle con mi mamá y me decía: "Cállate María Fernanda, por favor, vamos por la calle". Apenas le corté, llamé al gerente para contarle. Y menos mal que estaba en La Serena... Si hubiese estado en Santiago, no sé qué habría pasado.
¿Y lo creyó?
No, porque éramos amigos. En ningún momento pensé que pasamos a ser enemigos. Siempre estuvimos juntos, hasta viajamos. Nunca vi mala onda como ahora.
¿Qué razón cree que tuvo para actuar así?
Él dice que es una broma, pero yo creo que hay un trasfondo.
¿Cuál?
Existe una rabia colectiva en la federación de pesas contra mí y mi grupo. Hay otro que trabaja aparte del de la selección. Y nos tienen rabia. Pero no se pueden manifestar de esa forma.
¿Cómo es su actual relación con él?
No existe. En ese sentido soy super tajante. Si me hiciste algo, no se me va a olvidar ni aunque me pidas perdón. Prefiero estar lejos de él que tenerlo cerca de nuevo.
¿Lo ha vuelto a ver?
Sí, el día en que ustedes publicaron el caso, me fue a pedir disculpas. No lo noté arrepentido, la verdad. Yo le dije que me había dolido. Me dolió más que fuera él que los mismos garabatos. Cuando a uno lo pillan, obviamente va a pedir disculpas y diciendo que no fue con mala intención. Pero claro, si no lo hubiésemos pillado, habría pasado nomás. Sentí que estuve engañada. Tenía una visión de Carinao y es totalmente errónea. La persona que tenía en la cabeza es otra.
¿Va a poder centrarse ahora en lo deportivo?
Sí. En noviembre participaré en los Juegos Bolivarianos, en Colombia. Nos iremos el 15 de octubre, un mes antes del evento, para entrenar bien y estar más concentrados. Y en diciembre, arranca el Mundial de Estados Unidos. El objetivo sigue. Sacar una medalla. No sé de qué color, pero medalla sin dudas.