María Paz Santibáñez, más menuda de lo que parece en las fotos de su web, entra a su casa con agilidad, hablando de uno de los últimos ensayos que acaba de realizar para la presentación de su tercer disco La caja mágica en París. Tras ese ensayo y la entrevista, ha previsto dar clases de piano a una alumna del Conservatorio en su casa. Son las 7 de la tarde.
Esa misma energía es la que alaba la crítica de su interpretación. A propósito de uno de tantos conciertos que María Paz solía dar en su casa en París, la web francesa especializada Classique d'aujourd'hui (clásico de hoy) destacaba la facilidad de la pianista "a pesar del tamaño de sus manos" para superar los cromatismos y el giro jadeante de la Poursuite de la suite Al aire libre de Béla Bartók. Una fuerza interpretativa por la que recibió el título de "una debussysta de primer plano". Y ello aunque Santibáñez haya puesto su interés interpretativo sobre todo en los repertorios de compositores contemporáneos.
Tras publicar dos discos, María Paz Santibáñez lanzó La caja mágica, que presentó a fines de septiembre en París y que mostrará en Santiago invitada por la Universidad de Chile para conmemorar su 171 aniversario. La pianista dará dos conciertos. Tras presentarse mañana, a las 12.00, en el salón de Honor de la universidad, estará el lunes 28 en la Municipalidad de Providencia, a las 19.30, y en el Teatro Municipal, a las 21.00 del martes 29.
El disco es, según sus palabras, un "homenaje al presente y al futuro, una recopilación de la música contemporánea de América Latina de los años 20 hasta hoy", pero con un acento en el futuro, porque a su juicio, "hay que saber de dónde uno viene, pero avanzar al mismo tiempo".
El álbum incluye interpretaciones del compositor chileno Pedro Humberto Allende y del reconocido músico argentino Alberto Ginastera, "los padres de la música docta de América Latina", según la pianista. A ellos se suman obras de Mauricio Arenas Fuentes, chileno radicado en Francia hace más de 30 años y ganador del premio de composición Andrés Segovia; Miguel Farías, ganador de un Altazor por su ópera Talca, París y liendres, así como Jimmy López, de Perú y Esteban Benzecry, de Argentina: "Soy una persona que vive con la memoria muy presente, pero me encanta poder trabajar con los compositores".
Un terrible maestro
Al ver la energía que María Paz pone en el piano es difícil imaginarla hace 25 años en una cama de hospital, con el lado izquierdo de su cuerpo paralizado y temiendo por su vida. Eso fue lo que ocurrió en 1987, cuando tenía 19 años, estudiaba música en "la Chile" y un carabinero le disparó a quemarropa mientras participaba de una protesta fuera del Teatro Municipal.
Durante los meses que pasó hospitalizada, pese a los pronósticos pesimistas de los médicos, sus compañeros de carrera le llevaron un piano de juguete para que recuperara la sensibilidad y el compositor Nino García, también músico docto, le hizo unos arreglos especiales de la Sinfonía 1 de Beethoven y del Derecho de vivir en paz de Víctor Jara, las canciones que daban vuelta por su cabeza durante ese período.
La universidad, en esa época, la expulsó por sus inasistencias y Santibáñez partió a la República Checa, donde el profesor Jaromir Kriz ideó un método para que su mano izquierda aprendiera de la derecha: "Tuve la fortuna de caer en manos de un terrible maestro que me dio los recursos para avanzar. Cuando pierdes la sensibilidad hay que tratar de mover y él me ayudó a reconstruir cosas que había perdido a nivel cerebral. Pero un proceso de recuperación es algo largo, está la parte física y la sicológica y creo que sólo después de 12 o 14 años, recién sentí que estaba bien parada, que podía seguir adelante, haciendo música, aunque nunca la hubiera dejado".
María Paz regresó en los 90 a un Chile para terminar su carrera en la universidad. Después de ocho años hizo nuevamente las maletas, aunque antes contactó a su maestro checo: "Le expliqué que pensaba regresar a Praga a trabajar con él, pero en ese entonces las cosas estaban complicadas allí. Los buenos profesores se habían ido y él pensaba jubilarse. Entre EE.UU. o Francia, me dijo que me viniera a París, que estaríamos más cerca. Y tuve la fortuna de que en el 2001, antes de pasar los exámenes de la École Normale Supérieure de París, fui a Praga a tocarle mi programa. Estaba feliz, fue maravilloso verlo. Luego me quedó mirando y me dijo 've, yo le dije que usted podía'".
La beca de dos años terminó, pero hace 12 años que María Paz Santibáñez es una pianista reconocida en París: "En un primer momento pensé quedarme un año o dos, pero después me di cuenta de que me cuesta Chile como lugar, que hay cosas extra musicales que están allá, que tienen que ver con mi vida y que no sé si aportan al trabajo que hago y a mi pasión que es la música".