El emblemático sacerdote Mariano Puga, defensor de los derechos humanos en el régimen militar, quien además fue torturado y expulsado del país en esos años, admite que son muy altos los costos que está pagando por asistir a la ceremonia ecuménica de este viernes en Punta Peuco. Sin embargo, está dispuesto a recibir las críticas, porque insiste en que el país necesita gestos de reconciliación: "¿Quién no va a querer que Chile, con su alma cargada de sangre y crímenes con víctimas y adoloridos reciba cualquier gesto? Cualquier cosa aporta para dar un paso más para reencontrarnos", señala.
¿Qué espera de la ceremonia?
Espero que sea un paso leal y honrado de los que van a hacer este gesto. Y para eso pido que quienes hagan este gesto se pongan la mano en el corazón, piensen en el dolor, en las víctimas y en miles de chilenos que perdieron a sus familiares en condiciones de tortura, muerte y desaparición.
A mucha gente le molestó enterarse de este evento.
Claro que sí. En estos 40 años hemos ido tan lento para trabajar la verdad y la justicia. Y quienes han cometido horribles crímenes no han sido capaces de pedir perdón. Mientras no pase eso, no habrá paz entre los ciudadanos de Chile.
¿De qué tienen que pedir perdón? Hasta ahora, muchos ni siquiera han reconocido haber cometido ninguna de las violaciones a los derechos humanos de las que fueron condenados.
Pregúntaselo a ellos. Hace dos semanas me tocó hablar con Haydée, la madre de una mirista que fue detenida después del Golpe. Tenía tres meses de embarazo en la Escuela Naval de Valparaíso y abrieron su vientre con un corvo y sacaron al niñito dentro de su vientre. Me dijo: "Llevo 40 años con el dolor. ¿Podemos hacer algo? Y nos fuimos a la bahía de Valparaíso a altamar, lanzamos unas palomitas y le pedimos al Señor que pudiera descansar en paz. Eso pasó hace 15 días. En eso estamos.
Con la historia desgarradora que usted menciona, ¿cree que los familiares buscan este perdón o verdad y justicia?
Pregúntales a ellos.
Se lo pregunto a usted, porque también fue víctima: lo torturaron en siete oportunidades.
Yo los perdoné, pero pregúntales a las víctimas, porque los curas somos vacas sagradas. Y aún con la tortura que recibí, no viví la situación que sí vivieron las familias de los detenidos desaparecidos de mi comunidad cristiana.
Es que algunos familiares de detenidos desaparecidos lo critican por haber confirmado su presencia en la ceremonia.
Recibo correos y para muchos soy un traidor y dicen que me he olvidado de los desaparecidos y torturados. Sé en qué me meto, porque estamos en un Chile herido. Hemos perdido la confianza entre unos y otros. Porque nadie ha sido capaz de pedir perdón y las víctimas han acumulado dolor, rabia, venganza. Y es duro, porque el principal responsable de ese gobierno murió en su casa.
¿Por qué cree que lo ven como un traidor?
Porque tienen una mirada política y los comprendo, porque están heridos por la atrocidad de la gente cercana a ellos, a la que mataron, torturaron y desaparecieron. Y han perdido toda posibilidad de lograr una sociedad en que puedan reencontrarse.
¿Ud. habló con familiares antes? ¿Les contó que quería participar?
Ellos son mi familia. No todos comprendieron mi gesto, pero igual nos respetamos. Esto tiene un precio muy duro y me ha dolido. Pago el precio de que mis propios amigos a quienes he acompañado no comprendan lo que hago.
¿Por qué cree que los reos de Punta Peuco quieren pedir perdón?
Porque gracias a unos pastores se ha ido haciendo un trabajo muy perseverante con aquellos que están dispuestos a pedir perdón.
¿Por qué cree que no lo hicieron antes?
No vale lo que yo piense. Quisiera que en este país primaran el derecho, la justicia, el respeto a la vida y que los que han atropellado la vida sean juzgados, condenados y pidan perdón.
¿No era mejor primero entregar información sobre los casos y después hacer un gesto de perdón?
Por lo menos hay un buen grupo de responsables detenidos. Muchos eran mandos medios y otros los obligaron a atropellar la vida. Muchos que manejan información andan libres y no sé qué esperan para compartirla.
Usted va como invitado al acto ecuménico, pero ¿va a pedir que los presentes entreguen información?
Sólo soy invitado.
Muchos advierten que el objetivo de la ceremonia es lograr beneficios carcelarios.
No lo sé. Sólo me interesa ser una voz entre esos hermanos, una voz de los que no tienen voz en este país: de los familiares de víctimas, desaparecidos, torturados.
¿Y usted, padre, cómo lo hizo para perdonar a quienes lo torturaron?
El torturador es un hermano degenerado, es decir, que perdió su condición de ser humano. Cuando uno está siendo torturado hay un dolor físico y otro más profundo por sentir que otro ser humano llegue a ese grado de degeneración. Entonces, esto inspira más lástima que odio. ¿En qué parada estamos nosotros? ¿Queremos un mundo nuevo y estamos dispuestos a correr los riesgos o somos víctimas y espectadores?