En su discurso de la derrota, la noche del domingo, Marine Le Pen pidió una "transformación profunda" de su partido, el Frente Nacional, para "estar a la altura de esta oportunidad histórica". Se trató de una jugada de la ahora ex candidata presidencial para aplacar las eventuales críticas internas que puedan surgir en su contra y buscar una mejor cosecha de votos en las elecciones legislativas de junio y, cómo no, en las presidenciales de 2022.

Aunque ni la misma Le Pen podía considerar como realista la posibilidad de ganar la Jefatura de Estado francés, su meta estaba en llegar al 40% de los votos. Se quedó muy abajo, en el 34,9%. Alcanzar los 40 punto porcentuales era "lo único que separaba el éxito de la decepción" para el Frente Nacional, sostuvo el director de la firma de sondeos Ifop, Frédéric Dabi. Un resultado que empezó a vislumbrarse, según los analistas, después de la mala actuación de Marine Le Pen en el debate presidencial del miércoles pasado.

La derrota dolió aún más por el hecho de que la escena parecía completamente favorable al FN: el triunfo de Trump y del Brexit en 2016, la debacle electoral del oficialista Partido Socialista, el descrédito de los partidos tradicionales, y un rival -Emmanuel Macron- con nula experiencia en estas lides y con el que era más fácil contrastar sus propuestas proteccionistas, nacionalistas y antiglobalización.

De esta forma, al no llegar al 40%, no faltarán las voces que cuestionen la estrategia de desdemonización llevada a cabo por Marine Le Pen, para diferenciarse de lo que era el partido fundado por su padre, Jean-Marie, quien ahondó en un discurso xenófobo, antisemita y negacionista del Holocausto. "Toda la promesa de su estrategia era que podía ganar y no lo ha hecho", sostenía el experto francés en sociología electoral Joël Gombin. Por eso mismo su apuesta sería ir más allá en la moderación de su discurso.

Mal que mal, su estrategia no ha sido del todo errada. Lo más lejos que llegó Jean-Marie Le Pen fue disputar la segunda vuelta presidencial en 2002 y obtener el 17,8% de los sufragios. Fueron 5,5 millones de votos. En cambio, su hija casi duplicó esas cifras: 34,9% y 10,5 millones de electores que le dieron su apoyo el domingo. Eso, sin contar que el 24,8% de los ciudadanos no consideró que Le Pen fuera un peligro para impulsarlos a ir a votar y el 8,7% votó en blanco o anuló.

Las legislativas serán un nuevo desafío para Le Pen, con la meta de ampliar su presencia en la Asamblea Nacional de los dos parlamentarios con que cuenta actualmente. Según un sondeo de la firma OpinionWay de la semana pasada, el Frente Nacional podría convertirse en la cuarta fuerza política, ya que obtendría entre 15 y 25 parlamentarios, detrás del partido de Macron, de Los Republicanos y del Partido Socialista.

Pese a eso, ayer desde el Frente Nacional aseguraban que Marine Le Pen sería la nueva líder de la oposición gala. Y con esto en mente, el director de campaña de Le Pen, David Rachline, dijo que el Frente Nacional en un futuro próximo cambiará de nombre para ganar más seguidores y continuar elevando su techo electoral, que quedó fijado el domingo en más de un tercio del total de los votantes.