Durante los últimos años, el profesor de educación física Mario Aguilar fue uno de los líderes de la disidencia hacia la directiva de Jaime Gajardo en el Colegio de Profesores. Una oposición que se manifestó sobre todo en la discusión de la "agenda corta", en el marco de la reforma educacional en 2014, y en la tramitación de la carrera docente en 2015. Ayer, a sus 55 años, el militante del partido humanista se convirtió en el nuevo presidente del magisterio, con resultados preliminares que marcaban un 68,7% de los votos a su favor. La lista de Gajardo obtenía el 15%. Todo esto con el 53% de las mesas escrutadas.
¿A qué se debe un triunfo tan marcado?
Siendo sincero, a nosotros mismos nos sorprendió este resultado tan contundente. Esperábamos ganar, pero en general las elecciones en los gremios tienen márgenes más estrechos. Esto expresa el agotamiento de la vieja concepción de gremio, que cansó al profesorado. Esta concepción fue la que hizo crisis en la negociación de la agenda corta, en 2014, y de la carrera docente, en 2015. No había sintonía entre lo que representaba la dirigencia oficialista del gremio y lo que el profesorado quería. Era muy evidente el alineamiento de la dirección anterior con el gobierno, no con el sentir de los profesores.
¿Había autoritarismo dentro de la anterior dirección del gremio?
Efectivamente, en el último período se consolidó la imposición de una visión única. No se nos dio espacio en los debates ni en las decisiones. De hecho, cuando empezó este último período, las tareas las hegemonizaron únicamente en el sector oficialista. A los que no pertenecíamos a ese sector se nos dejó al margen. Eso fue un error tremendo. Desde el primer momento fuimos críticos del alineamiento y de la pérdida de autonomía.
¿En qué se notaba?
Hay una anécdota que lo refleja muy bien. Cuando la Presidenta Bachelet nombró a Eyzaguirre como ministro de Educación, todo el movimiento social saltó inmediatamente. ¿Cómo nombraban a un economista neoliberal si la promesa era sacar a la educación del paradigma economicista? Y Gajardo apoyó ese nombramiento, lo que era inexplicable. Ahí se marcó cómo venía la mano. La experiencia demostró que Eyzaguirre fue un fracaso tremendo como ministro y ahora quedó en evidencia que el profesorado quiere plena autonomía del mandato de turno.
¿Cree que ese alineamiento del partido comunista con el gobierno les pasó la cuenta?
Eso lo tienen que estudiar ellos. No soy quién para meterme en lo que el Partido Comunista hace. Mi interés es el gremio docente, y el profesorado ha expresado claramente que quiere lo que nosotros hemos propuesto.
Usted es militante del partido humanista. ¿Cómo se reflejará eso en su gestión?
Soy militante del partido humanista desde 1985. Cuando se creó en dictadura fuimos perseguidos, estuvimos relegados y dimos la lucha contra ella. Estoy muy orgulloso de mi militancia y de mi pertenencia humanista. Pero el partido nunca, en todos mis años de dirigente gremial, se ha metido en mis decisiones. Y no lo permitiría. Nuestra visión es que los partidos políticos están al servicio del movimiento social y no al revés. Por lo tanto, la dirigencia del partido humanista me tiene que escuchar a mí cuando hablamos de educación. Porque representamos la voz experta en educación y son ellos los que tienen que prestar oídos a lo que digamos y demandemos.
¿Tendrá una postura más crítica frente a la carrera docente?
El proyecto de carrera docente que se aprobó no es un buen proyecto. Por lo tanto, está dentro de nuestro programa dar la lucha para cambiarlo. Nosotros presentaremos eso al Ministerio de Educación. El gobierno tiene una propaganda oficial muy fuerte de que la carrera docente es un gran beneficio y que el profesorado está feliz. Pero quiero decir, con toda claridad, que eso no es real. Ojalá nos escuchen, pero si no es así, tendremos que pasar a las movilizaciones.
¿Dentro de esas movilizaciones también se consideran los paros?
En todas las Constituciones de sociedades democráticas existe el derecho a huelga. Por lo tanto, los trabajadores nunca debemos renunciar a ese derecho. La gran diferencia es que no vamos a hacer huelgas aparentes ni sólo para conseguir cosas menores. Primero agotaremos todas las instancias, vamos a dialogar y a esperar respuestas. Partiremos con movilizaciones de distinto tipo para hacernos escuchar, pero si se agotan esas instancias vamos a llegar a la huelga. Y cuando lleguemos, será en serio.
¿Considera que hay un exceso de evaluaciones a las que se someten los profesores?
Sí. Chile ha sido un país cuya política educacional se ha asociado a la lógica empresarial productivista, y, por lo tanto a una fuerte estandarización, que funciona en base a mediciones. Para nosotros lo principal no es la calificación, sino que la evaluación que permite mejorar los aprendizajes. A los profesores se nos evalúa permanentemente. Entonces, el docente dedica más tiempo a prepararse para la certificación de la carrera docente que a preparar mejores clases. Eso es un foco absolutamente errado y es nuestra principal crítica (…) La suposición de que el profesor que es presionado con la amenaza del despido si es que le va mal en las evaluaciones, va a funcionar mejor, es una lógica absolutamente perversa y errada. Al profesor hay que dejarlo trabajar tranquilo.