En la oficina del ministro del Interior, un recorte de prensa cuelga de la pared. Peso Pluma, se titula el artículo, en que se destaca que es "afable, simpático, inteligente, buena persona, directo y leal, pero que es "intrascendente" en términos políticos, que "no tiene peso". Claramente, Mario Fernández se lo toma con humor.

"Soy poco taquillero", dice al rato el jefe de gabinete de Michelle Bachelet, al intentar definir su estilo. El "Peta" -así le dicen desde chico, por un futbolista de Palestino que se llamaba Peta Fernández- lleva ya seis meses en La Moneda.

¿Cómo "poco taquillero"?

Mire, yo me veo en Bernardo Leighton, que era una persona llana y que atendía, en la medida de sus posibilidades, a todas las personas que querían hablar con él. De los políticos chilenos, él es mi modelo: quitado de bulla, poco taquillero, pero dedicado. Yo soy poco taquillero. No aparezco mucho. Y no es porque no me guste…

¿Ni porque no lo 'pesquen'?

No es por eso, es porque quien cumple esa tarea debiera cumplir una labor interna como ministro del Interior. Es una tarea de funcionamiento más que de imagen. Hay tareas políticas que son más de imagen, como la del vocero. Los ministros sectoriales, que realizan obras, el ministro de OO.PP., la ministra de Vivienda, su tarea es mostrar lo que se hace.

Yo le podría decir lo mismo de la seguridad pública, que es de su ministerio.

Es que atenta. En la seguridad hay que ver también qué es lo que no ocurre. Nadie se preocupa de eso. Yo no soy ministro de la inseguridad, sino que de la seguridad. Entonces, hay que mostrar lo que no ocurre, la cantidad de personas a las que no les ha pasado nada, la normalidad con la que el país funciona.

¿Usted cree que ha bajado la delincuencia?

Está lleno de estadísticas que lo dicen. Hay países de la Ocde, muy importantes, que tienen peores índices que Chile, con ciudades más peligrosas. Entonces, está dado que así es. Estadísticamente estamos hablando de sucesos acaecidos. Mi desempeño no lo evalúo como bueno o malo, lo evalúo por las características del desempeño: responsable y dedicado. Ahora, los resultados van a verse.

Las encuestas

A una semana de que se acabe este año. ¿Cuán cansado está?

No tanto.

¿Le ha gustado estar aquí de nuevo?

Claro, a un político qué más le puede gustar que formar parte de un gabinete.

¿Aun cuando ese gobierno esté pasando por momentos difíciles?

Todos los gobiernos pasan por momentos difíciles. Gobernar es difícil.

Pero es distinto tener una popularidad de un 20%.He dicho en distintos tonos y he sido objeto de bromas, ya no más, porque se probó mundialmente que no es así, que las encuestas miden un momento, pero no dicen relación directa y fehaciente de lo que ocurre en la realidad. Lo vimos en el Brexit, las elecciones de Estados Unidos, elecciones en Francia y una serie de experiencias, y yo escucho y veo cómo todos comentan y tratan de explicarse por qué hubo tanta disparidad entre los sondeos y lo que ocurrió.

O sea, no le suena para nada lo que ven las encuestas con lo que usted ve en la calle...

No es congruente completamente. Pero eso en nada empaña lo que es una encuesta. Las encuestas tienen un mecanismo, hay una muestra que el encuestador determina y que se entiende que es representativa. Ahora, pienso que los sucesivos fracasos que han tenido las encuestas en el mundo, pero sería demasiado latoso que tratara de explicarlo. Tiene asidero científico, soy doctor en Ciencia Política, y entiendo, valoro las encuestas, pero en lo que son.

Pero muestran una tendencia. Bueno, pero no le atribuyo un rol que establezca tendencias, menos que sea predictivo.

Pero cuando viene marcando algo parecido y varias encuestas coinciden.

No ocurrió así con el Brexit, ni con la elección norteamericana, por ejemplo.

Habría que esperar la CEP, que sale próximamente.

Sí, le voy a dar el mismo valor. Las encuestas tienen valor, pero limitado.

¿Se arrepiente de algo en estos seis meses?

Bueno, me arrepiento de haber tenido un par de lapsus linguae que fueron aprovechados. Me arrepiento no de haberlo dicho, sino que de lo que rodeó la expresión.

Sigue pensando lo mismo, entonces. Que la elección finalmente va a ser entre Lagos y Piñera.

O sea, uno siempre dice lo que piensa.

Jóvenes versus viejos

¿Pensó que iba a ser así de complicado cuando asumió? La relación con los parlamentarios tampoco ha sido fácil.

No me extrañó, porque el gobierno de la Presidenta Bachelet es el primero en décadas que afronta cambios tan estructurales, y estaba muy estudiado que traen consigo una enorme convulsión. Todo cambio estructural trae consigo problemas, disparidades de criterio, discusiones, diálogos, es obvio, entonces no me sorprende. Yo fui ministro de Defensa cuando llegó el general Pinochet. No es la primera vez que me encuentro en un cargo con tantas responsabilidades.

Pero en ese entonces había una coalición de gobierno unida.

Pero también es esperable, porque ya estamos en un cuarto de siglo de transición democrática después de la dictadura. Y desde luego que después de esa fase es esperable que se produzcan problemas. Además, hay un recambio generacional muy fuerte. La generación que reconquistó la democracia y que hizo la transición está terminando su vida útil política en distintos niveles. Pero ya ha aparecido una nueva generación política que nació en democracia. Los dirigentes actuales ya fueron a la universidad en democracia y, por lo tanto, sus primeras experiencias concretas en la dirigencia sindical o estudiantil la hicieron en democracia. Ahí hay una nueva generación que atraviesa todos los partidos políticos, donde hay nueva camada de líderes que todavía no alcanzan su madurez, su plenitud, pero ya se vislumbran como una nuevos líderes...

¿Le cuesta entenderse con ellos?

No, no me cuesta, yo soy profesor universitario y no me cuesta entenderme con la juventud. Hay otro tema también, que es que el país ha tenido que pagar los costos de su propio desarrollo tanto económico, social como político. Hay, por ejemplo, un mayor ejercicio de la libertad y esto se junta con los mecanismos electrónicos de comunicación que provocan una relación directa del ciudadano con el poder y, por lo tanto, cualquier persona desde su casa puede enviar un mail al Presidente de Chile. Como no es necesaria la intermediación, eso ha traído problemas a los partidos políticos que han tenido que reencontrar su rol en este nuevo esquema. Entonces, en medio de todo esto, se echan a andar reformas completamente imprescindibles y, efectivamente, se producen algunos desbarajustes. Lo que hay que hacer desde el gobierno es manejar la situación sin negar su complejidad, con bastante tranquilidad y decisión.

El ministro Eyzaguirre planteó hace un par de semanas que él veía que había un problema con el sistema presidencial. Dijo que hoy los incentivos son perversos, están mal puestos, porque el gobierno de la Presidenta es impopular, sale mucho más barato bajarse del gobierno. ¿Usted no comparte eso?

Con Nicolás tenemos un debate de larga data respecto del sistema político. Por mis estudios, desde el punto de vista teórico, puedo aceptar los beneficios de un régimen parlamentario o semipresidencial, pero creo que pesa mucho la tradición del régimen político que ha tenido el país, entonces más bien creo que es necesario modificar a fondo el régimen presidencial sin que deje de serlo.

¿Y eso cómo?

Hay varios mecanismos. Desde luego, que el Parlamento recupere atribuciones. El régimen presidencial por antonomasia es el régimen norteamericano y una de las razones de su estabilidad es lo que denominan check and balances, el equilibrio entre los poderes. O sea, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo están equilibrados. Acá no. No tenemos verdaderamente un régimen presidencial, sino que un régimen presidencialista. Esto es que hay un predominio excesivo del Ejecutivo por sobre el Parlamento. Entonces, por lo tanto, sin dejar de ser presidencial es bueno equilibrar los dos poderes de tal modo que el Parlamento tenga un poder equilibrador y rectificador del Ejecutivo. Pero, por otra parte, también, el Ejecutivo tiene algunos poderes, que acá no se disponen, que son atribuciones discrecionales de tipo administrativo. Es necesario modificar el régimen presidencial para que recupere su esencia, que es la separación y equilibrio de poderes.

Eso significa que tengan más iniciativas los parlamentarios, y la ley de quórum...

Claro, porque el hecho de que los parlamentarios tengan poca iniciativa legislativa conspira contra la importancia de su tarea y el poder que tienen los parlamentarios o los partidos. En un régimen presidencial, los partidos tienen una función muy distinta que la del régimen parlamentario. En éste, los partidos arman el gabinete. En el régimen presidencial, no. Están separados, por lo tanto el gabinete lo forma el Presidente con personas de su confianza que provienen de los partidos que lo apoyan, pero esto no lo nombran los ministros, lo hace el Presidente. Es un debate muy interesante, con Nicolás al menos una vez a la semana lo discutimos.

El desgobierno no existe

Hay mucha gente con una sensación de desgobierno. ¿Qué dice usted?

Bueno, que es una sensación, nada más.

¿Y que no tiene ninguna base de realidad?

No, si siempre las sensaciones tienen alguna base de realidad, pero no puedo ponerme en ese... Si por desorden se entiende disparidad de opiniones en la política, bienvenidas sean. Todo lo contrario, es una muestra de vitalidad de cualquier ente. Entonces, en un gobierno es esperable disparidad de opiniones.

Una cosa es la disparidad de opiniones y otra es el desgobierno...

Bueno, el desgobierno no existe de lo que yo recuerdo durante mi gestión, no. No ha habido, ¿usted me puede decir cuándo?

Por ejemplo, lo que pasó con el reajuste del sector público...

¿Y cuál fue la disparidad de opiniones en el gobierno? No hubo.

Pero sí con su coalición...

Pero usted me está preguntando por desgobierno. El gobierno está formado por seres humanos que debaten y discuten y presentan sus opiniones, pero se toman las decisiones y se ejecutan disciplinadamente. El gobierno hacia afuera no tiene diversidad de opinión, porque no puede tenerla. Ahora bien, que esta opinión presentada en el Parlamento o presentada en los partidos se encuentra con antagonismo es esperable también. Porque este gobierno está basado en una coalición de distintos partidos y si son distintos partidos es porque son diferentes, porque hay disparidad. Entonces el reajuste fue aprobado.

Pero uno esperaría que dentro de esa disparidad de opiniones se ejerza un poder desde La Moneda y logre ordenar más rápidamente a sus parlamentarios.

¿Por qué más rápidamente? Si no tiene por qué. A veces lo rápido es enemigo de lo bueno. Lo que hay que medir es que en el plazo se logró el acuerdo. Y no solo eso: hubo una acción bien decidida por parte del gobierno, así que desde esa perspectiva creo que fue un buen desempeño lo que ocurrió allá. Hace dos días se logró aprobar la reforma constitucional que establece la elección directa de las autoridades regionales. Ese es un gran paso. A mí lo que me sorprende es que pasó como cualquier acuerdo más del Parlamento.

Nadie lo 'pescó', dice usted. No, pero estoy sorprendido, porque no se valora como se debe. Porque eso es bueno para todos.

¿Diría que el gobierno termina el año en una buena relación con los partidos?

Sí, tomando en cuenta que ha sido un año bien complicado, porque la complejidad ha traído altos y bajos en la relación con los partidos. Hay momentos de mayor tensión. A esto hay que agregar que siempre la época de la discusión presupuestaria trae tensiones. Pero ahora diría que estamos bien, porque hemos hecho un trabajo arduo de identificar prioridades, porque quedan menos de 50 semanas legislativas hasta el fin del gobierno. Y hay algunas reformas que están todavía en una fase muy compleja, como la educación superior, que tiene que quedar despachada en este gobierno.

Constitución: el "bosquejo"

En esas prioridades legislativas también está la reforma a la Constitución, y ya están pasados los tiempos que se fijaron.

Un poquito, pero ya está fijo lo siguiente: a mediados de enero se entregan las bases ciudadanas por parte del Consejo de Observadores y, además, entiendo que en enero se entregará el trabajo de los sistematizadores. Y ahí, por lo tanto, los dos insumos que culminan la fase participativa estarán listos antes de las vacaciones. Lo que vendrá después es la fase institucional, a partir de marzo, que contiene dos aspectos. Uno es la eventual, porque está por verse, reforma al capítulo 15 de la Constitución y, además, la elaboración de un bosquejo, de un borrador, de un proyecto de nueva Constitución, que debiera quedar listo cuando termine el gobierno.

¿Por qué dice eventualmente la reforma al capítulo 15?

Porque es una vía. Es un camino, consistente en reformar el sistema para reformar la Constitución.

¿Pero se va a mandar ese proyecto, que contiene opciones de mecanismo para la reforma?

Claro, pero otra cosa es que se reforme, porque es muy complicado debido al quórum que tiene. Es refácil ese proyecto, tiene una página no más. No se ha mandado, porque aún no comienza la fase institucional, que es la reforma del capítulo 15, y luego, un bosquejo de una nueva Constitución. Ahora, esto puede que se produzca el segundo sí y el primero no, porque no se apruebe. Y si no se aprueba, no importa.

¿Y a usted qué le gustaría más como mecanismo?

El mecanismo debe ser aquel que reúna la máxima legitimidad posible. Y eso basta.

¿No le importa si termina siendo una asamblea constituyente o una comisión bicameral?

No me importa, porque si se adopta mediante un acuerdo del Congreso, que tiene un quórum altísimo, quiere decir que está legitimado. Pero son tantas las alternativas, que no vale la pena matricularse con ninguna a priori.

¿Y no es traspié, por lo menos, para el gobierno que hoy se plantee dejar enviado un bosquejo de nueva Constitución?

Pero si siempre se planteó así, nunca aprobar una nueva Constitución.

Dentro de las prioridades legislativas también quedó la despenalización del aborto en las tres causales. ¿Qué le dicen a usted en el Opus Dei, movimiento al cual usted pertenece, con esto?

No quiero hablar de eso. La despenalización es parte de este programa y está dentro de lo que debe resolver este gobierno.

¿Y no le complica internamente? ¿No tiene una contradicción en seguir impulsando algo que su movimiento combate en contra?

No tengo ninguna complicación interna. Es complejo de explicar, pero no me siento complicado internamente. Estoy muy tranquilo y no contribuye en nada explicar por qué. Yo estoy actuando como político y ya ha sido suficiente la intromisión en una esfera que no se le pregunta a nadie más, porque a mí es el único. Debate cerrado.

Enfermos terminales: a la espera de los partidos

Hoy está en debate si los presos enfermos terminales pueden quedar en libertad, incluso los condenados por violaciones a los DD.HH. ¿Qué piensa usted, habiendo sido ministro de Defensa?

Que haya sido ministro no tiene nada que ver, esto es un asunto jurídico. Yo creo que el gobierno, en el actual estado de este debate debe mantenerse en los marcos en que ha estado su conducta hasta ahora: con verdad, justicia, reparación y sin impunidad. Aquí, en materia de DD.HH., ha operado la legislación vigente, incluyendo los tratados internacionales suscritos. Entonces, no puede hacerse ningún reparo a que se esté incumpliendo algún estatuto en esta materia. Ahora, si hay iniciativas parlamentarias para discutir estos temas, en ese momento el gobierno tiene que expresar su posición.

Pero ya está planteado el debate.

Sí, pero dada la seriedad del tema, hay que ver qué mociones hay sobre la mesa para entregar la posición del gobierno. En la última reunión de comité político con los partidos, se solicitó que entregaran sus puntos de vista, y eso también tendremos que verlo en la primera reunión que tengamos después de las fiestas. Pero en este momento no hay ninguna variación de la postura del gobierno en esta materia.

Pero Chile vamos, al menos, ya presentó un proyecto.

Pero no se ha iniciado una discusión parlamentaria. En esta materia hay que actuar con una posición política bien clara y consensuada.

O sea, el gobierno no va a impulsar un cambio.

Por ahora, el gobierno no está impulsando un cambio. Vamos a ver cuáles son las posiciones de los partidos y veremos cómo transcurre el debate legislativo.

¿Qué le parece lo que pasó el viernes en Punta Peuco, en que condenados por violaciones a los DD.HH. pidieron perdón?

No me quiero referir a eso. Por ahora, esto es una situación compleja jurídicamente y, por otra parte, hay una tradición en esta materia: no a la impunidad, verdad, justicia y reparación han sido los pilares frente a estos temas. Otra cosa es que se den iniciativas dentro de la sociedad por parte de las iglesias o de los parlamentarios. Apareciendo esas mociones, el gobierno tendrá que tener una postura, y hemos pedido la opinión de la Nueva Mayoría para ver cómo afrontar el debate. Por ahora, no estamos enviando ninguna iniciativa.

El ministro de Justicia es partidario de liberarlos. Dijo que eso también es un derecho humano. ¿Lo comparte?

Esa es su posición y el gobierno ya planteó que es algo personal suyo. Por ahora, el gobierno no impulsa ningún cambio en su política y el límite es claro: ningún nivel de impunidad. Por ahora, no hay nada sobre lo cual pronunciarse.

Hay nueve enfermos terminales en las cárceles.

Están cumpliendo su condena.