Exactamente 93 días después de la publicación de la imagen que motivó su insólita sanción, Mario Parra, defensor de Santiago Wanderers, está de vuelta. Y el zaguero de 24 años, que había sido castigado por el Tribunal de Disciplina con tres fechas por tapar -presuntamente de forma voluntaria- la insignia de Everton durante un homenaje a las víctimas de Chapecoense, podría debutar en el presente Clausura esta misma tarde, en un reducto en el que no será recibido precisamente como un héroe.
Es que, ironías del calendario, o tal vez caprichos del destino -pues el retorno a las canchas de Parra estaba previsto inicialmente para el pasado fin de semana-, la suspensión del duelo de la primera fecha entre Wanderers y O'Higgins propició que sea precisamente hoy, en Viña del Mar y en el feudo del eterno rival, donde venza finalmente su sanción. "Tengo claro que la gente de Everton está dolida y que no me va a recibir bien", declaraba, en conversación con La Tercera, el propio jugador, hace poco más de un mes.
Tras conocerse su castigo, interpuesto de acuerdo al Artículo 60, número 1 del Código de Procedimientos y Penalidades de la ANFP, y tipificado como una "falta contra la ética deportiva y el Fair Play", Parra no dejó de defender su inocencia, argumentando que su polémico gesto había sido realizado a fin de evitar que el lienzo se levantase a causa del viento: "Yo nunca quise faltarle el respeto a Everton. Jamás haría eso y menos en un momento tan delicado". De nada le sirvió.
Hoy, a partir de las 12.00 horas y con arbitraje de Jorge Osorio, Everton y Santiago Wanderers protagonizarán una nueva edición del Clásico Porteño. Y Mario Parra, 86 días después de su último partido (librado el 8 de diciembre del pasado año, por la última fecha del Apertura), estará de nuevo a disposición de Eduardo Espinel, un DT con quien el pasado torneo llegó a disputar todos los minutos de liga a excepción de un encuentro, el de la decimosegunda fecha, del que se quedó fuera por sanción.
El pleito de esta tarde, al que Everton llega en pleno reverdecimiento de su fútbol y que Wanderers afronta con urgencias en la clasificación, se jugará sin público visitante y con un aforo máximo de 13.484 personas, por motivos de seguridad. Sausalito será un infierno para Parra, pero también el escenario de su redención.