Cuando se cumplió el primer centenario de la Guerra del Pacífico, en 1979, Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards lideraron un texto firmado por intelectuales peruanos y chilenos pidiendo superar las divisiones. La reacción de grupos nacionalistas limeños en su contra no se hizo esperar y ecos de esa polémica quedaron resonando en las crónicas incluidas en el segundo tomo de su antología Contra Viento y Marea. Ahora, 30 años después, Vargas Llosa se sumó a otra causa con su amigo Jorge Edwards: apoyar la candidatura de Sebastián Piñera, para lo cual viajó a Santiago. En la siguiente entrevista, concedida el lunes pasado, en la víspera de dejar el país, aborda el futuro de las relaciones Chile-Perú.

¿Cuándo será posible sanar de verdad las heridas de la Guerra del Pacífico?

Es un proceso que va a tomar tiempo, pero lo importante es que no se detenga. Mientras más empresas chilenas inviertan en Perú y peruanas inviertan en Chile, mejor. Mientras más intercambio de gente, menos desconfianzas. Eso aislará cada vez más a los grupúsculos que atizan la cosa nacionalista...

¿Se puede hablar de grupúsculos cuando un candidato como Ollanta Humala obtuvo 47,37% en la segunda vuelta, contra Alan García, en la última elección presidencial?

Hay que tener en cuenta que lo que moviliza al grueso de esa gente no es el nacionalismo, sino lo social, indigenista, que ahora se ha promovido tanto desde Bolivia. El nacionalismo es muy minoritario. La actitud hacia las empresas chilenas en Perú es favorable. Y no creo que haya hostilidad contra los chilenos en el público común y corriente. Son grupúsculos que aprovechan cualquier circunstancia para incitar. Lo que hay que hacer es que cuando surjan disputas, resolverlas con la máxima discreción a través de negociaciones bilaterales, sin que se conviertan en un arma de política interna. Y si no hay posibilidad de acuerdo bilateral, pues, hay otras instancias...

¿Como la decisión de Alan García de llevar el tema marítimo a La Haya?

Sí y mientras menos repercuta eso en la opinión pública, mejor.

¿No cree que García ha jugado más bien la carta nacionalista con Chile?

Creo que Alan García no quiere de ninguna manera atizar rivalidades. El problema está en que el nacionalismo desnaturaliza todo. Cuando un  gobierno se ve ante una crisis, donde el elemento nacionalista es capital, es muy difícil que no se deje arrastrar si ese sentimiento impera en la opinión pública. Pero estoy seguro de que este gobierno no quiere conflictos y menos con Chile.

¿Cuáles son los escenarios más probables para la sucesión de García, el 2011?

A diferencia de Chile, que tiene 20 años de continuidad y de estabilidad, nosotros tenemos sólo 10. Todavía tenemos grandes factores desestabilizadores, como son las diferencias económicas y bolsones de pobreza.

¿Cuál sería el escenario más difícil?
El escenario catastrófico sería Keiko Fujimori. La peor herencia que podríamos tener es la del fujimorismo, que es autoritarismo y corrupción. Hay un sector que por desgracia todavía es nostálgico de Fujimori.

¿Es peor que Ollanta Humala?

Probablemente. El gran peligro de Humala es que ha recibido apoyo de Chávez y eso es incompatible con un sistema democrático.

¿Hay posibilidades de una segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala?

No se puede descartar, aunque las posibilidades han ido disminuyendo en estos últimos años. En las últimas encuestas ambos han caído. Pero todavía está el problema de la dispersión, que hay en el centro, en la centroderecha y en la izquierda. Esa enorme dispersión podría ponernos en la disyuntiva atroz de que en la segunda vuelta tengamos que elegir entre Keiko o Humala.

¿Y cuál sería un escenario positivo para Perú?

Cualquiera de los candidatos de centro, de centroderecha o de centroizquierda, como Luis Castañeda, Lourdes Flores, Alejandro Toledo. Eso garantizaría la continuidad de unas políticas que han sido muy positivas para Perú. Perú necesita 10 años, es decir, dos gobiernos más que mantengan el modelo funcionando, para llegar probablemente a la situación de Chile.

Hubo un cambio de eje histórico de Bolivia, que ha sido tradicionalmente más cercana a Perú, y ahora Evo Morales se acercó más a Chile. Incluso ha dicho que se entenderá bien con Piñera si es electo.
Está bien, pero a condición de que no sea contra Perú. Sería un gran disparate que se quiera formar un eje Chile-Bolivia contra Perú. Los denominadores comunes entre Chile y Bolivia son infinitamente menores a los que hay entre Chile y Perú. La idea democrática que se practica en Chile y Perú es la misma. Los intercambios comerciales también son mucho más importantes. Bolivia va hacia un autoritarismo creciente. Eso va a crear conflictos, especialmente para Perú.

Pero en  Bolivia hay elecciones y Morales ha sacado buenos resultados.

Bolivia va en la línea de Chávez. No creo que haya que excluir a Bolivia, pero me parece muy difícil que si mantiene ese rumbo existan acuerdos trascendentales, como sería darle acceso al mar.

¿Cuál es la clave para entenderse con Alan García? Es un político especial, ¿no?
Sí, es especial (risas). Era un político populista y ha experimentado un cambio extraordinario. Con una persona como Sebastián Piñera tienen un lenguaje común y creo que los dos tienen muchísimo interés en que la tensión entre los dos países no se agrave, que harán lo posible dentro de las circunstancias, porque a veces hay circunstancias que inevitablemente exacerban los nacionalismos.