Desde el sexto piso de su departamento en Barranco, barrio de bares bohemios y callejuelas angostas, Mario Vargas Llosa tiene una vista privilegiada a toda la bahía de Lima. Entre diplomas de premios -como el Rómulo Gallegos, de la Real Academia Española-, una colección de hipopótamos en miniatura, cientos de libros y referencias al Premio Nobel de Literatura que obtuvo en 2010, el escritor peruano toma asiento y lo primero que dice es que el fallo de La Haya "le da al Perú menos de lo que esperaba y a Chile le quita menos de lo que tenía". Luego, en esta entrevista con La Tercera, profundiza sobre las consecuencias del dictamen, pero también sobre las implicancias para Bolivia y la Alianza del Pacífico.
¿De qué manera analiza el fallo de La Haya?
Pues yo creo que el fallo es prudente. Tengo la impresión de que el fallo está dado de manera que ninguno de los dos países pueda considerar que ha sido totalmente derrotado o que ha sido totalmente triunfador.
¿Digamos entonces que es un fallo salomónico?
Me parece que hay un elemento ahí salomónico, que permite que los dos países no se sientan ni totalmente triunfadores ni totalmente derrotados. Y me parece que tiene una cosa muy positiva: ya tenemos fronteras y ahora tenemos que empezar a disolver esas fronteras a través de intercambios, comercio y una cooperación intensa que ya comenzó hace rato y que ahora hay que acelerarla.
¿Esto pone fin absoluto a las disputas limítrofes entre ambos países?
Absoluto.
¿Y la disputa que se ha armado por el triángulo terrestre?
Esa es una pelea tan insignificante, que con un poco de buena voluntad eso se va a resolver. Son dos manzanas. Es ridículo. Con un mínimo de buena voluntad de parte de los dos gobiernos eso se resuelve. Y me parece muy importante que se resuelva, porque Chile y Perú tienen tantos desafíos por delante, que es más fácil trabajar de manera amistosa. Hay que mirar adelante y olvidarse de lo que ha quedado atrás. Pasado el pequeño escollo momentáneo, creo que con Chile y Perú va a pasar lo mismo que ocurrió con Perú y Ecuador.
¿Cómo Perú y Chile pueden superar las desconfianzas del ciudadano? Algunos limeños piensan que los chilenos no van a respetar el fallo, por ejemplo.
Esas desconfianzas claramente están desmentidas por los hechos. Hemos visto el miércoles el encuentro entre los presidentes Piñera y Humala en Cuba. Y, además, participó la presidenta electa. Ahí hay una búsqueda de armonía y la reconciliación.
¿Esa reunión es la señal más nítida posfallo?
Sí, es la más nítida. Los dos países desde un principio fueron categóricos. Los dos aceptaron la instancia de la corte y prometieron acatarla y de hecho lo están haciendo. Siempre hay gente que quiere buscarle tres pies al gato sabiendo que tiene cuatro. Los políticos quieren aprovecharse de cualquier circunstancia para promoverse. Pero son una minoría. Con este asunto se resuelve un problema que era una molestia en las relaciones. Por ejemplo, es interesante lo que pasa entre Tacna y Arica, donde hay una buena colaboración.
Precisamente, Tacna es la ciudad perjudicada por la sentencia de La Haya.
Sí, ellos se sienten postergados. Yo espero que el gobierno peruano de alguna manera compense esta situación con inversiones importantes en Tacna. Para eso sí que habrá una presión de la opinión pública.
En Tacna, no hace tantos años, en los colegios se les enseñaba a los niños peruanos cierto resquemor hacia Chile, ¿cuánto de eso ha cambiado?
Eso ya no está presente, cada vez menos. Y la prueba son las enormes inversiones chilenas que hay en el Perú. Además, las inversiones peruanas en Chile son bien recibidas. Hay una realidad que va hacia la reconciliación.
¿Cuánto ha cambiado la percepción de los peruanos respecto de Chile?
Ha cambiado mucho, sobre todo a partir del desarrollo que ha tenido Chile en los últimos años. Esto ha motivado mucho a los peruanos a aceptar el modelo que Chile encarna. De hecho, ambos países comparten el mismo modelo. Por lo mismo, creo que la Alianza del Pacífico será el primer acuerdo latinoamericano que puede funcionar, porque hay una semejanza de políticas, líneas económicas, objetivos y consensos. Para la Alianza del Pacífico el fallo es algo enormemente positivo.
Y podría sumarse Ecuador…
Ojalá se sume, pero ojalá Ecuador renuncie al populismo. Pero en esos cuatro países realmente hay una comunidad.
Usted nació en Arequipa, pero luego se crió en Bolivia, ¿cómo queda ese país después del fallo?
Soy arequipeño, pero al año nos fuimos a Bolivia. Luego regresé a Piura y Lima. Pasé mi infancia en Cochabamba y recuerdo que antes de entrar a clases cantábamos un himno en que pedíamos el regreso del mar para Bolivia (risas). Eso era algo impresionante. Antes de entrar no le cantábamos a la Virgen María, sino que al mar. Creo que el gobierno (boliviano) se equivocó en ir a La Haya.
¿Por qué?
Eso debió haber sido una negociación amistosa, y subrayo amistosa, entre Chile y Bolivia con alguna participación de Perú lógicamente. Y que la única manera de cómo se puede llegar a un acuerdo que le permita el acceso al mar a Bolivia es a través de esa negociación amistosa. Ha habido un aprovechamiento político. Además, la corte es inapelable. Un fallo de La Haya contra Bolivia le cierra a ese país la puerta para cualquier acción legal.
Es decir, ¿fue un error de Evo Morales?
A mi juicio, un gravísimo error. Ya está hecho. El problema, que es real, es que eso ha generado una política oportunista por parte de Bolivia. Y no creo que eso sea beneficioso a largo plazo para los intereses de Bolivia.