Marion Cotillard (1975) es delgada, morena, baja y tiene unos ojos verdes enormes que crecen cuando cuenta que durante los cuatro meses que estuvo filmando Enemigos públicos, la nueva película de Michael Mann, tuvo un departamento para ella sola en Chicago. "Es verdad que allá puedes conseguir muy buena comida, pero soy francesa y necesito cocinar, aunque sea de vez en cuando", dice esta mujer que el 2008 ganó el Oscar por su interpretación de Edith Piaf en La vida en rosa.
A pesar de que el premio hollywoodense la lanzó a la primera división del cine mundial, todavía en su voz hay mucho de asombro por lo que está viviendo y mucho de sencillez. "Cada vez que mi agente estadounidense me llama para decirme que tal director quiere conversar conmigo o quiere ofrecerme un papel siento que lo que está pasando es mágico, increíble", cuenta.
Así se sintió cuando Michael Mann (El informante, Miami Vice, Fuego contra fuego) le ofreció el papel de Billie Frechette, una bailarina estadounidense con ascendencia francesa e indígena, que se convierte en el amor del asaltante de bancos John Dillinger (Johnny Depp).
Auténtica leyenda de los años de la Gran Depresión, Dillinger fue declarado "el enemigo público número uno" de Estados Unidos, mientras para los miles de desempleados de Chicago era algo así como un Robin Hood contemporáneo. En la película, Johny Depp es perseguido por los agentes del FBI comandados por Christian Bale.
"Yo no sabía nada acerca de Dillinger -cuenta la actriz- antes de hacer la película, pero tras leer el guión me encantó la manera en que cada personaje siente la derrota, la violencia, el dolor de los años que siguieron a la debacle económica".
¿Fue difícil enamorarse de un asesino?
El no fue un asesino, o al menos no un asesino sanguinario. Yo siempre he pensado que eres lo que haces, pero en este caso particular, la Depresión hacía todo tan violento y doloroso que muchos se convirtieron en sobrevivientes, porque no tenían otra alternativa. El primer robo de Dillinger fue para rescatar a sus amigos de la cárcel. No eran locos como Bonnie and Clyde. Ellos, la pandilla de Dillinger, eran jóvenes, estaban perdidos. Tal vez por eso se transformaron en héroes para la gente. Porque hacían algo que los demás no podían hacer, porque estaba fuera de la ley. Creo que Billie Frechette, mi personaje, admiraba a Dillinger por que era un sobreviviente y un seductor.
Usted no actuaba desde La vida en rosa. ¿Cómo fue volver al set?
Estaba muy nerviosa y, además, estaba el tema del acento. Tenía que tener un acento del medioeste norteamericano, que creo que fue imposible lograr. Johnny Depp se dio cuenta de inmediato que yo estaba súper nerviosa y me ayudó mucho. Fue muy amable, un verdadero caballero, siempre estuvo allí para mí.
Cuál es la diferencia entre cómo Hollywood hace sus películas y las de Francia?
En Francia les gusta la gente desvalida y si eres muy exitoso eres raro. Si vas muy alto van a encontrar alguna manera de hacerte bajar. Hay que protegerse, hay que tratar de no sentirse herida por comentarios mal intencionados.