Apenas más alta que la viña donde está recolectando uvas, Fátima, una mujer marroquí de unos 50 años, entrecierra los ojos al mirar hacia el brillante sol que abrasa el valle, cerca de Meknes.
Con una cuantas filas más de viñedos para ser cosechados, la vendimia de la uva está por concluir y ella se deplazará para comenzar a recolectar aceitunas.
Fátima y un puñado más de recolectores agrícolas estacionales van a la vendimia entre la recolección de melocotones y la temporada de aceitunas, en los extensos viñedos que están a las afueras de Meknes.
Sin embargo, Fátima no sabe cuál es el gusto del vino porque nunca lo ha probado. Dice que es demasiado caro.
Y tampoco sabe que su trabajo es importante dentro del marco de nuevas tácticas comerciales para vender el vino de Marruecos a mercados distantes.
Chateau Roslane, un viñedo de más de 2.000 hectáreas, es propiedad del más antiguo productor de vino del país y tiene además la única licencia en Marruecos que dice Appellation d'Origine Controlee (AOC), un sistema francés que garantiza que el vino proviene de una región geográfica determinada.
También produce un "champán" de Marruecos, un vino espumoso que se fabrica según el método francés de la región de Champagne y que se vende localmente.
Al igual que los otros vinicultores de Marruecos, el dueño de Chateau Roslane quiere concentrarse en exportar sus tintos, blancos y rosados, a pesar de que sus ventas en el mercado local le dan ganancias.
UN ARTE ANTIGUO
De acuerdo al gerente de exportación de la empresa Les Celliers de Meknes, el año pasado la compañía experimentó un buen crecimiento, especialmente en los nuevos mercados.
"Nuestra producción creció cerca de 12% y nuestros grandes mercados emergentes son la India y China", dice Jean Pierre Dehut, originario de Bélgica.
"Esto hará que los productores europeos pierdan parte de las ganancias que estaban esperando en esas áreas", agrega.
También predice que las hectáreas extras que se están convirtiendo en viñedos no alcanzarán para cubrir la creciente demanda y lamenta que ya no existe ninguna variedad indígena de uvas marroquíes.
"Estamos utilizando variedades de uvas que provienen de la cuenca del Mediterráneo".
Desde hace miles de años se produce vino en Marruecos, así que la bebida no provoca las reacciones que se ven en otros países musulmanes, Arabia Saudita por ejemplo.
El vino se vende en una sección separada de las tiendas de la cadena del supermercado más grande de Marruecos, en donde hay cajeros dedicado únicamente al cobro de las transacciones en las que se vende alcohol.
La primera evidencia que se tiene de producción de vino en Marruecos data del tiempo de los fenicios, en el primer milenio antes de Cristo.
Admirado por los romanos, el vino marroquí era enviado en grandes cantidades a Italia.
Durante los años del protectorado francés a principios del siglo XX, los galos colonizaron la región de Meknes, en las faldas de las montañas Atlas, plantando cientos de kilómetros de viñas para satisfacer la necesidad de los compatriotas que vivían en el país del norte de África, pero también para el consumo de Francia.
Hasta que el Tratado de Roma de 1957 prohibió la mezcla de vinos, el fuerte vino de Marruecos, de un color muy rojo, era enviado a Francia para robustecer el a veces alicaído vino francés.
Después de que Marruecos ganó su independencia, el rey Hassan II ofreció a extranjeros parcelas de tierra durante la década de 1960 a precios realmente bajos para que estos continuaran con la producción de vino.
FÁBRICA CHINA DE BOTELLAS
Algunos franceses aprovecharon la oportunidad en ese tiempo, y ahora otros están aprovechando los precios realmente bajos de la tierra, y el bajo costo de la mano de obra y el transporte.
A cambio, los inversionistas extranjeros deben cumplir reglas y responsabilidades que incluyen emplear a cierto número de marroquíes.
La vitivinicultura y otras actividades agrícolas están exentas de impuestos hasta 2012, siempre y cuando no se trate de una agroindustria mayor.
Miembros de la Asociación Marroquí de Vitivinicultores (ASPRAM por sus siglas en francés) compran un porcentaje de sus uvas de agricultores locales, para estar dentro del marco de la ley.
Mehdi Bouchaara, miembro de la ASPRAM y director de Les Celliers de Meknes, dice que Marruecos está produciendo actualmente 300.000 hectolitros de vino cada año.
"Ahora estamos en negociaciones con China para construir una fábrica de botellas allá. La mayor patre de nuestro vino se exporta en barricas", dice.
"Con nuestros socios chinos vamos a poder embotellar nuestro producto y ponerle una etiqueta que diga vino de Marruecos".