No resultó ser la máxima figura del equipo ni tampoco el más mediático. Pero para Martín Lasarte fue uno de los bastiones futbolísticos del cuadro que se coronaría campeón del último Apertura. Cristián Suárez, el hombre en cuestión, tenía toda la confianza del charrúa, al punto de convencerlo de desplazar a un histórico como José Rojas hacia el lateral zurdo para hacerle un espacio en el centro de la defensa. Así de grande era la confianza que tenía.
Pero nada es para siempre. El idilio entre Lasarte y Suárez acabó a poco andar este año. Las situaciones dentro y fuera de la cancha que ha protagonizado el defensor oriundo de Rinconada de Los Andes en estos meses de 2015 colmaron la paciencia del charrúa, que ya le comunicó a los dirigentes de Azul Azul que no hicieran uso de la opción de compra, tasada en U$ 1 millón por Cobreloa.
El primer llamado de alerta fue la automarginación de Suárez de la selección que enfrentó en enero pasado a Estados Unidos. El defensor, que alcanzó a participar de algunos entrenamientos, le comunicó por teléfono al preparador físico Jorge Desio, la tarde del domingo 25 de enero, que no se reintegraría a los entrenamientos por no encontrarse en óptimas condiciones físicas para afrontar el duelo ante los norteamericanos.
La decisión no cayó nada de bien en la U. El propio Carlos Heller, timonel de Azul Azul, reconoció que fue algo "totalmente errado", al tiempo que el técnico uruguayo aseguró: "Él quizás tomó una mala decisión y lo pagó". No hubo quiebre en ese momento, pero sería un anuncio de lo que vendría más adelante.
El domingo 1 de marzo, en la víspera del partido entre la U y Audax Italiano, Suárez no apareció por el entrenamiento matinal en el CDA. Se lo intentó ubicar por parte del cuerpo técnico, pero sin éxito. Recién por la tarde lograron tener una explicación por parte del zaguero. quien se defendió argumentando un problema de salud de su hija. Lasarte, no muy convencido del justificativo, igualmente lo alineó frente a los itálicos, ya que tenía suspendido a Benjamín Vidal y José Rojas arrastraba algunos problemas físicos que le impedían entrar en la convocatoria de ese partido.
La desconfianza en el charrúa estaba instalada, pero habría un nuevo capítulo que agotaría su paciencia. La madrugada del 15 de marzo, horas después de la derrota de la U ante Colo Colo en el Nacional, el jugador se vio envuelto en una riña en una discoteque de San Felipe, en la que según testigos de la escena, hubo hasta botellazos. El incidente se produjo cerca de las 2 de la mañana y producto de la trifulca, el defensor terminó con un evidente moretón en el rostro.
Lasarte no podía creer lo sucedido. Tampoco los compañeros de Suárez, que encararon al defensor en el camarín el lunes muy temprano en el CDA, recriminándole el hecho de asistir a una discoteque después de una derrota en un clásico, más allá de no haber jugador por lesión. Aquel capítulo le bastó al charrúa para bajarle el pulgar. El aviso a los directivos ya fue entregado. Así, los días del zaguero en la U, fuera de acción por el resto del semestre, están contados.