Martine Wright no cree ya en las casualidades. En el último minuto saltó el 7 de junio de 2005 al vagón del metro que la llevaba al trabajo. Normalmente tomaba otra línea para ir al centro, pero había llegado tarde. La noche anterior había celebrado la concesión a Londres de los Juegos Olímpicos. Leía el diario cuando vio dos fogonazos blancos.
Estaba sentada a unos pocos metros de uno de los terroristas que ese día hicieron explotar varias bombas en la red de transporte público de la capital británica y que mataron a 52 personas.
Wright no murió pero le tuvieron que amputar las piernas. Siete años después está participando en los Juegos Paralímpicos como parte del equipo de voleibol sentado.
La deportista de 39 años ha logrado algo increíble en sólo siete años y su destino tiene un valor simbólico para muchos de sus compatriotas. Tras recuperar las ganas de vivir, comenzó el largo y doloroso proceso de aprender a caminar con prótesis. Se casó con su novio y la pareja tiene ahora un hijo de tres años.
Se mudaron al campo y Wright supervisó la renovación del bungalow. Su fisioterapeuta le habló de las competiciones deportivas para amputados en el hospital de Stoke Mandeville, la cuna de los Paralímpicos.
"Probé el voleibol sentado y pensé: 'Wow, esto es muy divertido'", dijo al diario "The Guardian". Encontró un grupo en Londres y formó el primer equipo femenino británico de voleibol sentado. "De alguna manera no puedo ignorar las señales que me marcaban el camino hasta aquí. Creo que estuve siempre destinada a esto", asegura, agradecida por haber sobrevivido. "Tengo tantas posibilidades".
Además de su fortaleza personal y del apoyo de su familia, Wright contó con la ayuda del gobierno de Reino Unido. "Muchas cosas son ahora más fáciles para los discapacitados gracias a lo hecho los últimos años. La aceptación en la sociedad ha crecido", constató.
Los británicos lo están demostrando viviendo con entusiasmo los Paralímpicos.
Ahora se teme que todo lo que se ha logrado se pierda debido a los recortes del gobierno, que provocarán reducciones en el programa de ayuda a los discapacitados.
Pese a todo, la igualdad de derechos para los cerca de 11 millones de personas discapacitadas aún no se ha conseguido en el Reino Unido, aunque lo diga la ley. Según los datos del propio gobierno, sigue siendo difícil para ellos lograr un puesto de trabajo y progresar laboralmente.
Uno de cada tres vive en el umbral de la pobreza. La esperanza es que los actuales Paralímpicos atraigan la atención a los problemas de los discapacitados.
Para Wright, esa esperanza es uno de los estímulos para lograr su mejor rendimiento, puesto que desea ayudar a otras personas a las que golpeó el destino. "Si puedo aportar algo de fuerza a alguien allí fuera, aunque sea a una o dos personas, entonces habré hecho mi trabajo".