Más de 45.000 personas, procedentes de los cinco continentes, conformaron hoy una marea humana que inundó de salsa roja las calles del municipio de Buñol, en la comunidad española de Valencia, durante la "Tomatina", una "guerra" de hortalizas en la que se lanzaron más de 120 toneladas de tomates.
En la tradicional batalla campal, turistas españoles y extranjeros, principalmente de Japón, Corea, Bélgica, Australia, Estados Unidos, Canadá, Rusia, Italia, Francia y Alemania, utilizaron más de 120 toneladas de tomates a modo de munición.
TOMATINA
Una hora y media antes del comienzo de la batalla, las calles de esta localidad, situada a cuarenta kilómetros de la capital valenciana, comenzaron a llenarse de gente que buscaba su ubicación y clamaba "tomate, tomate", a la espera del comienzo de esta fiesta que cuenta con 64 años de tradición.
Ropa vieja para poder tirar después de tan llamativa guerra y lentes de buceo sirvieron hoy de uniforme a los miles de combatientes, aunque algunos, más prácticos, optaron por vestir sólo un traje de baño que les facilitó la ducha o el baño en el río después del evento.
A las once de la mañana, el sonido de una carcasa daba la señal para que la multitud, agolpada a lo largo de la calle El Cid y la plaza central de la población, comenzara la batalla de tomates repartidos entre los participantes en seis grandes camiones.
BATALLA
Así, durante una hora, lugareños y visitantes llegados de diferentes países participaron en una guerra de tomates en la que al final todos terminaron empapados de jugo de tomate.
Las 120 toneladas de hortaliza roja y madura fueron cultivadas este año en la vecina región de Murcia para ser destinadas en exclusiva a la fiesta popular, una de las más conocidas en España por lo impresionante de una batalla que deja todo -y a todos- teñido de rojo.
Tras la explosión de un segundo cohete, que fue disparado al mediodía y se puso fin a la Tomatina de 2009, los asistentes comenzaron a dirigirse hacia el río y las duchas facilitadas por el Ayuntamiento, para intentar limpiar los restos de tomate de sus cuerpos, pelo y ropa.
Media hora más tarde, las mangueras de los vecinos y los servicios municipales limpiaron las calles que, en cuestión de minutos, dejaron Buñol sin rastro alguno de tomate.
FIESTA ESPAÑOLA
Así ha terminado la "fiesta más divertida del mundo", en palabras del alcalde de Buñol, Fernando Giraldós. Una celebración que comenzó como una batalla entre amigos y que hoy ha sido cubierta por más de 50 medios de comunicación de todo el mundo.
Las 120 toneladas de hortaliza roja y madura fueron cultivadas este año en la vecina región de Murcia para ser destinadas en exclusiva a la fiesta popular, una de las más conocidas en España por lo impresionante de una batalla que deja todo -y a todos- teñido de rojo.
La "Tomatina" se celebra anualmente el último miércoles de agosto en esta localidad de 10.000 habitantes como parte de las fiestas patronales en honor a San Luis Bertrán. En 2002 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Su origen se remonta a 1945, aunque hay varias versiones respecto a por qué aquel año se produjo la primera guerra de tomates. Una de ellas apunta a que un grupo de jóvenes comenzó a lanzar las hortalizas a los músicos de las fiestas patronales, que pronto respondieron al ataque tomando tomates de una frutería cercana. Otra apunta a que un grupo de gente decidió saldar una discusión política arrojándose todo tipo de hortalizas.
Y otra indica que un grupo de jóvenes que querían participar en un desfile de gigantes y cabezudos empujaron a los participantes, iniciándose entonces una batalla campal con las hortalizas de un comercio cercano.