Casi nueve litros de alcohol por persona beben en promedio los chilenos al año, más que el promedio mundial según la OMS (6,1 litros) y 100 ml más que el promedio en el continente (8,7).
No somos los más bebedores de la región, pero la mortalidad asociada a su consumo está entre la mitad más alta, con 11,6 muertes por cada 100 mil personas al año, según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), dado a conocer ayer.
El informe indica que entre 2007 y 2009 se produjeron 79.456 muertes al año en el continente donde el alcohol fue causa necesaria, es decir, la muerte no se habría producido si no hubiese habido consumo de alcohol. De esas, 2.067 muertes se produjeron en Chile. La enfermedad hepática es la principal culpable.
Otros estudios habían establecido la cantidad de muertes por cirrosis y otras enfermedades del hígado en el país, las que no necesariamente se vinculan al consumo de alcohol, por lo que este es el primer estudio que establece el número de muertes directas por su consumo.
"El estudio muestra cuántas muertes son totalmente atribuibles a su consumo. Las muertes por el cual es un factor contribuyente significativo es probable que sean mucho más altas", dijeron Vilma Gawryszewski y Maristela Monteiro, asesoras de la OPS y autoras del informe, en un comunicado. Eso, porque el alcohol está relacionado con la tuberculosis, enfermedades del corazón, derrame cerebral, epilepsia, caídas, suicidios, accidentes de tránsito y violencia interpersonal, entre otros, que no fueron parte del estudio.
CULTURA BEBEDORA
Gawryszewski y Monteiro tomaron datos de 16 países del continente. De ellos se desprende que el 86% de las muertes por alcohol como causa necesaria son hombres (igual cifra para Chile), la mayoría entre los 40 y 59 años, aunque en el caso del país es sobre los 60 años.
El Salvador es el que presenta la mayor tasa de mortalidad, y Colombia, la más baja (ver infografía).
Chile está entre los países con una tasa de mortalidad media-alta, "muy cerca de 12 por cada 100 mil muertes, el punto de corte de los más altos", señala Gawryszewski a La Tercera.
La experta explica que los países con altas tasas de mortalidad también tienen una cultura de ingesta episódica intensa, es decir, que cuando beben, beben mucho. Sin embargo, como el consumo no es generalizado, tienen un consumo promedio per cápita bajo. "Esto no significa menos daño, pues tienen las tasas más altas de mortalidad específica por alcohol, como El Salvador o Guatemala".
En estos países, excepto Brasil, los licores destilados siguen siendo la bebida preferida, aunque la cerveza está entrando rápidamente. "Se piensa que no conduce al alcoholismo, lo que no es cierto. Cualquier bebida alcohólica, consumida en exceso, puede provocar daños", dice Gawryszewski.
"A diferencia de otros estudios que se fijan en el consumo problemático, este se focalizó en el consumo normal, y lo que se ve es que el consumo crónico, aunque sea normal, se acumula y tiene impacto", dice Francisca Florenzano, directora del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda).
Según Gawryszewski, un análisis posterior mostró que las enfermedades hepáticas afectan más a personas mayores de 60 años, "lo cual tiene sentido, porque las enfermedades hepáticas son males a largo plazo", dice. Entre los menores de 30 años, en cambio, la proporción de muertes causadas por enfermedades del hígado y trastornos neurosiquiátricos fue equivalente.
Para Florenzano, en Chile aún no se ha hecho todo lo posible para bajar los niveles de consumo, y habría que tomar medidas como aumentar el impuesto, fiscalizar su venta y legislar sobre su publicidad.
"Hay que seguir la línea del tabaco. No nos hemos puesto los pantalones, no sólo respecto del nivel problemático, sino al promedio, que sigue siendo muy alto y que tiene un impacto en el gasto de la salud, en la causa de enfermedad y muerte prematura", indica.