Histórico

Más de medio millón de chilenos visita mensualmente un casino de juegos

Cifras de Superintendencia dicen que gasto promedio por visitante es de 50 mil pesos.

Olga Pérez (65) visita una vez a la semana el Casino de Juegos del Pacífico, de San Antonio. “No juego mucho. Estoy en las máquinas dos horas a dos horas y media, vamos con unas amigas y ellas también prefieren máquinas, incluso, aprovechamos de almorzar. Va bastante gente y es seguro”, cuenta.

Una costumbre que Olga tiene desde 2009, cuando el casino abrió sus puertas, y que unos 500 mil chilenos realizan mensualmente. Así se desprende de las cifras de la Superintendencia de Casinos de Juegos (SCJ), encargada de fiscalizar a los casinos autorizados en el marco de la Ley N° 19.995. En julio de este año, 492.616 personas fueron a un casino (ver infografía).

El número de visitas a casinos en rigor es mayor, ya que las cifras de la Superintendencia no considera a los  municipales  de Arica, Iquique, Coquimbo, Viña del Mar, Puerto Varas, Pucón y Puerto Natales, cuya fiscalización depende de cada municipio, y no de la SCJ.

Ir a los casinos para muchos chilenos se ha transformado en costumbre, que se mantiene estable, pese a las condiciones económicas. Las cifras a julio 2015 de la SCJ en comparación al mismo periodo de 2014, muestran un aumento de 2,57%.

Fenómeno en que los tragamonedas son los preferidos (81,5%), seguidos por las cartas (11,9%), ruleta (6,1%), dados (0,4%) y bingo (0,1%). El gasto promedio por visitas es de $50.000 (ver recuadro).

Rodrigo Guiñez, gerente general de la Asociación Chilena de Casinos de Juego (ACCJ), indica, que si bien las cifras marcan una tendencia estable, el impacto de la aplicación de la ley antitabaco  tuvo efectos. “El sector  aún no logra recuperarse. Sólo en los últimos meses se han visto algunos signos de recuperación pero lejos de los niveles que la industria exhibía en 2012. De hecho las cifras actuales son en promedio 25% inferiores a las registradas durante ese año”, aclara.

Aún es temprano para cuantificar eventuales efectos de la crisis económica, dice Guinez. “Si esta eventualmente se profundiza es posible que se genere ese tipo de efectos. Sí se evidenció una baja durante el desarrollo de la Copa América, periodo en el cual la cantidad de visitas efectivamente disminuyó”.

Para el psiquiatra Daniel Martínez, especialista en adicciones, es difícil saber si medio millón de personas es una cifra alta o baja para el país, “lo importante es que quienes visiten estos lugares conozcan las características de un juego responsables”.

El año pasado, la Corporación de Juego Responsable lanzó un decálogo con consejos para conseguir un juego entretenido y saludable. Según este documento, si se juega hay que hacerlo en lugares establecidos y con el objetivo de entretenerse y no sólo para ganar, se debe planificar el tiempo que se ocupará en la diversión y definir en forma anticipada cuánto dinero se gastará.

Más consultas

Martínez reconoce que en los últimos cinco años, en la medida en que fueron aumentando los casinos, creció también el número de consultas médicas por parte de personas que tenían problemas con el juego. “La adicción al jugo ha aumentado, desde los jugadores de casino, los que apuestan en forma ilegal y también los muchachos que juegan videojuegos”, señala.

Los niños y jóvenes que tienen problemas con los videojuegos son potenciales jugadores que tendrán dificultades con el control en los juegos de azar. “Al igual que las personas que son adictas a las drogas, los jugadores prefieren un tipo de juego por sobre otro, pero potencialmente, una persona que tiene descontrol con los videojuegos, tiene una mayor predisposición a tener problemas con los de azar”, indica Martínez.

En Chile no existen cifras respecto de la cantidad de usuarios y menos de la prevalencia de ellos con problemas de control. Por eso Martínez cree que es necesario realizar un estudio que permita levantar una línea base para saber cuántas personas tienen juego problemático y riesgoso. Además de los protocolos de los casinos y del registro de prohibición de ingreso, debe existir una políticas de educación preventiva y un programa de tratamiento para estas personas.

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