En julio de 1967 se promulgó la Ley 16.640, que reestructuró la administración agraria.
Cincuenta años más tarde de la denominada Reforma Agraria, los nietos de esos campesinos son muy distintos a los de entonces y no tan diferentes a los jóvenes de la ciudad. Tienen más escolaridad, están conectados con la tecnología y los que se quieren quedar en el campo ya no quieren trabajar la tierra como sus padres.
Un estudio del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp) reveló quiénes son hoy los jóvenes rurales.
De acuerdo al documento, financiado por la Fundación Ford y titulado "Los nietos de la reforma agraria", 565.504 jóvenes entre 15 y 29 años del país viven en sectores rurales (el 13% de este segmento etario) y otros 838 mil en zonas rururbanas, esto es, lugares que fueron tradicionalmente rurales pero que hoy están más urbanizados y tienen alta conectividad.
Sergio Faiguenbaum, consultor de la FAO y uno de los investigadores del estudio dice que un ejemplo de zona rururbana son las comunas de El Monte y San Pedro en la Región Metropolitana o San Fabián de Alico en la Región de Biobío.
Neo rural
Un cambio que se viene dando en los últimos años es la neo ruralidad. Se trata de un "fenómeno migratorio inverso, jóvenes en su mayoría con educación superior y su proyecto de vida pasa por irse de la ciudad al campo, que buscan vivir y realizar sus negocios o emprendimientos en el campo", explica Faiguenbaum. En general, estos jóvenes tienen más preparación con ideas novedosas que se reencantan con la vida en el campo.
Una de las grandes diferencias con las generaciones anteriores que vivían en el campo es la educación. Hoy tienen tres veces más escolaridad que sus padres. Si en 1990 el 21% de los jóvenes rurales tenía 12 o más años de educación, hoy es el 74% (ver infografía).
En cifras totales, 110 mil jóvenes rurales y 185 mil rururbanos están matriculados en la enseñanza media y mayoritariamente en la modalidad científico-humanista. Otros 60 mil y 127 mil respectivamente, cursan educación superior, principalmente en universidades.
De los jóvenes rurales y rururbanos que viven en el campo y trabajan, solo el 10% lo hace por cuenta propia (agricultores). El otro 90% lo hace asalariado y de ellos un tercio trabaja en el sector agrícola y el resto en servicio, comercio y transporte. "Culturalmente trabajar en la agricultura es mal visto, es una labor poco deseada pero bien pagada. Se produce ahí una tensión. No es grato trabajar la tierra desde el punto de vista físico, y se sienten más calificados. Muchos tienen enseñanza media completa. Pero no hay una migración a la ciudad", dice Faiguenbaum.
Como están conectados y manejan más información, tienen alta movilidad en el trabajo y a veces poco compromiso con las empresas que los contratan.
Octavio Sotomayor, director de Indap, añade que el gran tema de los jóvenes es independizarse de sus padres e instalarse autónomamente, por la que evalúan nuevas herramientas para quedarse en el campo.
Aprovechando su interconectividad, crearon un grupo en Facebook "Yo joven & Rural", comunidad virtual de jóvenes coordinada por Indap para comunicarse, compartir conocimientos y recibir asesoría.
Respecto de la condición de pobreza, los jóvenes rurales y rururbanos tienen índices más altos que los urbanos. Según la encuesta Casen 2013, considerada en el informe, la pobreza no indigente y la indigencia es similar entre los jóvenes campesinos, más del doble que los que viven en ciudad. "Existen bolsones de pobreza rural y una real pobreza de ingresos (...) lo que por definición quiere decir que son hogares con ingresos menores que los urbanos", dice Faiguenbaum.