El director Juan Pablo Izquierdo es un perfeccionista del sonido y algo maniático de la acústica, preocupado de que la Orquesta de Cámara de Chile se escuche bien en cualquier parte. "La verdad es que nuestra única condición es que la música se oiga bien. En la medida en que haya una buena reverberación, un eco apropiado, vamos a cualquier parte, a un parque o a un teatro", explica el titular de la orquesta.
Este domingo, a las 20 horas, en el Parque Bicentenario de Vitacura, el conductor se enfrentará a un programa que incluye extractos de El mesías de Haendel, el Magnificat de Bach y Pedrito y el lobo de Prokofiev, en un evento gratuito. "Este tipo de conciertos masivos es como pintar un gran mural. Y siguiendo con la analogía, tocar para un grupo reducido de oyentes es algo similar a la pintura de caballete", dice Izquierdo, quien reparte su actividad entre la Orquesta Carnegie Mellon de Pittsburgh (EEUU) y la Orquesta de Cámara de Chile.
"Los conciertos al aire libre buscan captar la atención de gente que habitualmente no va a escuchar música clásica. Por eso se tiende a tocar obras de gran repertorio, cosas conocidas, como El mesías de Haendel, que por lo demás es maravillosa. Sin embargo, no hay que equivocarse: hace poco hicimos la Cuarta sinfonía de Mahler, que no es de las más fáciles, en Rancagua, la Catedral de Iquique y en la comuna de La Granja, con una excelente respuesta del público. Por lo tanto, nuestro deber es tocar con la misma perfección en todas partes, sea en el Teatro Oriente o en La Granja", explica el conductor.
Aunque gran difusor de la música contemporánea a través de grabaciones del griego Iannis Xenakis ("fuimos amigos íntimos"), el estadounidense George Crumb y el italiano Giacinto Scelsi, Izquierdo no puede olvidar que el repertorio germano tradicional está en su ADN musical y en el de la orquesta. "Sigue siendo nuestra columna vertebral. En esta ocasión, tocaremos dos obras de alemanes barrocos. Haendel era el más grande para Beethoven, por ejemplo. Alguien que era capaz de componer cualquier cosa: óperas, oratorios, ballets, conciertos. Fue muy exitoso en vida, vivió en Inglaterra y era empresario artístico. Bach, por otro lado, no salió nunca de Alemania, siempre trabajó como maestro de capilla en Leipzig y sus obras son más íntimas y espirituales si se quiere", comenta el director, más habituado a Bach que a Haendel.
El concierto del domingo (que se estima tenga una asistencia sobre 6 mil personas) será rematado por Pedrito y el lobo, un clásico del ruso Sergei Prokofiev para narrador y orquesta, donde intervendrá Héctor Noguera. "Es una obra de mucho humor y maestría orquestal, dificilísima de tocar para los instrumentistas que deben desplegar lo mejor de sí en cada uno de los pasajes: Pedrito son las cuerdas, el lobo son los cornos, el abuelo es el fagot, los pájaros son las flautas, etcétera", explica Izquierdo, quien el próximo año tiene una agenda copada con repertorio tradicional y nuevo.
"Lo más importante es la grabación de La Orestíada, una pieza para coro, solistas y orquesta, compuesta por Xenakis en 1966. La haremos en abril, con la Orquesta de Cámara en el Teatro Oriente, para el sello Mode Records, que es la compañía de EEUU con la que trabajo habitualmente. Si nos va bien, seguiremos con otros discos", dice, acerca de un proyecto que busca colocar a la agrupación local en el mapa mundial, asegurando una distribución en las principales capitales del orbe.