Veintisiete artistas chilenos muestran, en diferentes épocas, sus lugares de creación en la exposición fotográfica Cultura de taller, que se inaugura hoy en la Corporación Cultural de Las Condes y Fundación Itaú. El objetivo de la muestra es revelar al público la intimidad de los reductos donde se originaron sus mayores creaciones. La primera reacción al vislumbrar las tomas es de asombro, ante la posibilidad de inmiscuirse en los sitios donde germinaron las ideas de Roberto Matta, Nemesio Antúnez, Adolfo Couve, José Balmes, Mario Toral, Matilde Pérez, Bororo o Samy Benmayor. El asombro se incrementa al percibir que cada objeto y detalle parecen esconder una historia. En las tomas, la atmósfera importa, y mucho. También la relación de confianza entre artista y fotógrafo.
En una de las imágenes más sorprendentes, Roberto Matta aparece pintando un mural colectivo al aire libre en la Bienal de Venecia de 1974, edición que fue dedicada a Chile en solidaridad con los artistas exiliados en Europa. En esa obra, el surrealista reemplaza la estrella de la bandera chilena por la mano de un trabajador. "Porque la más bella estrella es la mano del trabajador", escribiría el también pintor José Balmes bajo la obra de Matta. La escena fue captada por el lente de Luis Poirot.
El mismo fotógrafo retrató en un día de verano a Nemesio Antúnez en su taller de Sitges, España, a mediados de los 70, cuando el pintor recién iniciaba su exilio europeo. En esa época, Antúnez realizaba algunas de sus obras más emblemáticas: sus series sobre el Palacio de La Moneda en llamas y de sobres quemados. Poirot recuerda que Antúnez vivía en una hacienda que una dama catalana había arrendado a varios artistas chilenos, quienes instalaron ahí sus lugares de trabajo. "Era una masía, como les dicen en Cataluña a las casas de fundo", recuerda Poirot. "Se armó una comunidad de al menos cuatro pintores chilenos, quienes se tomaron toda la reserva de vinos de la hacienda".
Asimismo, Adolfo Couve aparece en su casa de calle Guardia Vieja en 1968. Paradójicamente, en la toma no figura ninguna pintura, pincel o caballete. Al contrario, sólo se aprecia una gran cantidad de libros. El único signo relacionado al oficio de pintor es un cartel que anuncia una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo, en esa época emplazado en el llamado "Partenón" de la Quinta Normal.
"Adolfo estaba empezando su etapa de escritor y preparando su primer libro de cuentos. Adolfo pintó poco y en esa época casi ya no pintaba", apunta Poirot. "Era una casa de arquitectura muy moderna y de grandes espacios que todavía existe. Quedaba casi frente a la casa de Salvador Allende. Eran vecinos. Allende iba mucho a la casa de Adolfo. Siempre le pedía cuadros, pero Adolfo se negaba a pasárselos. Tenían un tira y afloja muy especial".