Max Valdés, el conductor chileno formado musicalmente en Italia y ex director titular de la Orquesta Filarmónica de Santiago, navega en las conversaciones con el conocimiento de un músico de gran cultura y con la destreza verbal de un político. La palabra no le es esquiva y se advierte la cuna política y cultural a la que pertenece, la de los Valdés y los Soublette, cuyo patriarca fue el líder democratacristiano Gabriel Valdés, su matriarca es la compositora Sylvia Soublette y su cercano referente es el filósofo Gastón Soublette. Es decir, su padre, su madre y su tío.
De vuelta en Chile tras sus presentaciones habituales con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, de la que es titular, Max Valdés se encontró con las elecciones de mayor abstención en la historia democrática de Chile. Le sorprende, pero no le asusta. Dice que en todo el mundo hay experiencias similares y que los partidos tradicionales cada vez tienen más problemas para formar coaliciones y mantenerse en el poder. Se toma con calma lo que viene y no cree que las reformas impulsadas en el Teatro Municipal por la alcaldesa saliente Carolina Tohá vayan a quedar paralizadas.
"Yo espero que no", dice. "La discusión del rol que el Teatro Municipal debe cumplir en Chile es muy antigua y la he presenciado desde antes que asumiera Carolina Tohá. Creo que todos estamos de acuerdo en que los cuerpos estables deben seguir saliendo fuera del Teatro, presentándose en regiones y haciendo una labor de difusión. También es algo que ya se hizo antes, en el período de Andrés Rodríguez como director. El Teatro Municipal es un patrimonio nacional y en eso todos concordamos", dice, mencionando justamente al hombre que el directorio comandado por la alcaldesa logró remover tras 34 años a la cabeza del Teatro. Desde diciembre, el nuevo edil será Felipe Alessandri (RN), quien como concejal siempre fue uno de los grandes defensores de la gestión de Andrés Rodríguez.
¿Qué espera para el futuro del Teatro Municipal con el nuevo alcalde?
Creo que el Teatro Municipal está por encima de la contingencia política y espero naturalmente que siga así. Todos queremos que siga cumpliendo su objetivo de seguir presentando las grandes obras del repertorio musical y estoy plenamente confiado de que la nueva administración va a seguir ayudando al Teatro para que siga en su labor. Estoy seguro de que el alcalde electo Felipe Alessandri va a seguir contribuyendo a mejorar el Teatro.
Es optimista entonces
Sí. Estoy seguro además que siempre se le seguirá prestando todo el apoyo y confianza al actual director Frédéric Chambert. Así debe ser.
¿Hubiera preferido que siguiera Carolina Tohá?
Le tengo mucho respeto y me parece una política absolutamente honesta, pero hay que analizar las cosas con frialdad y lo que pasó, ya pasó. Deseemos sólo lo mejor para el nuevo el alcalde, que estoy seguro tiene al Teatro Municipal entre sus totales prioridades.
El triunfo de Mefistófeles
Desde el próximo miércoles y hasta el 12 de noviembre, Max Valdés conducirá La condenación de Fausto, una "leyenda dramática" para solistas, coro y orquesta del maestro francés Hector Berlioz (1803-1869), compositor romántico famoso por sus virtuosas orquestaciones. La obra no es precisamente una ópera tradicional, pero esta vez será presentada como tal, con dirección escénica de Ramón López. Es la primera vez que se escenifica en el país desde el año 1905, cuando también estuvo en el Municipal.
Basada en el Fausto de Goethe, la creación de Berlioz le da una particular importancia al personaje de Mefistófeles, el enviado de Satanás con el que Fausto hace el pacto que lo envía al infierno.
¿Por qué Mefistófeles es el verdadero gran personaje de la obra?
Mefistófeles es quien gana finalmente la apuesta, pues Fausto es un personaje indeciso de principio a fin. Berlioz lo describe como un intelectual y por lo tanto la música es muy racional, llena de fugas y cánones. Sólo cuando aparece Mefistófeles hay otro tipo de formas musicales. Es divertido, humano, elegante y tiene mucho sentido del humor. En la obra de Goethe es igual y en la tradición del siglo XIX Mefistófeles casi equivale al pícaro. Nunca es un demonio malo, ni calculador. Es la contraparte de Fausto: es audaz y es la acción frente a la actitud timorata y moderada de Fausto, preocupado de no exceder los límites.
¿Por qué no se tocan tanto las obras dramáticas de Berlioz, conocido más que nada por su Sinfonía Fantástica?
En general, sobre todo considerando la ópera Los troyanos, las obras de Berlioz son muy extensas y difíciles de escenificar. No son tan directas ni tienen una carga emocional y pasional tan grande como las óperas de Verdi. En palabras simples, la gente se puede aburrir más con Berlioz. Pasa, por ejemplo, con Romeo y Julieta, sinfonía dramática para solistas, coro y orquesta que desde el punto de vista orquestal es genial, pero que se queda corta en las voces.
¿Cómo es el matrimonio del idioma francés con la ópera?
Hay un evidente refinamiento que tiene que ver con el de la propia cultura francesa y las elites de ese país en el siglo XIX. Es decir, no por nada, Debussy compone de manera tan elegante. Además hay toda una filosofía racionalista francesa que se refleja en la música y tiene que ver con componer de una manera muy precisa, sin notas de más, con economía. Nunca encontraremos armonías innecesarias como las del alemán Richard Strauss, por ejemplo, en la música francesa. Esto empezó en la época barroca con François Couperin y fue homenajeado por el propio Maurice Ravel. En términos de lengua, el canto francés es mucho más lírico y menos dramático que el italiano. En general la música francesa es muy transparente, muy bien construida y sumamente lógica. Los franceses nunca creyeron en Wagner, salvo casos excepcionales. No hay modulaciones. Hay formas musicales mas bien cortas y Berlioz no es la excepción: La condenación de Fausto tiene una serie de números relativamente reducidos.