Pese a que miden 18 metros y pesan 40 toneladas, las ballenas jorobadas son consideradas un animal acrobático, capaz de dar grandes brincos sobre la superficie del mar. Los machos emiten un complejo canto que, aunque no hay certeza, pareciera tener una función en el cortejo.

Lo que ahora sí se sabe con precisión es que la ballena tiene tres nuevas subespecies, descubiertas gracias al mayor estudio genético realizado sobre esta ballena hasta ahora en el mundo.

El hallazgo permitirá mejorar la conservación de este animal en Chile y el mundo, amenazado durante el siglo pasado por la caza comercial y hoy por el tráfico marítimo y desechos, entre otras amenazas.

UN CUARTO DE SIGLO

La investigación, iniciada en los años 90, concluye que existen diferencias entre las poblaciones que se desplazan por el Pacífico Norte, el Atlántico Norte y el hemisferio sur.

La investigadora y líder del proyecto, Jennifer Jackson, del British Antarctic Survey, una de las organizaciones científicas a cargo del estudio, dice a La Tercera que los análisis de ADN mostraron diferencias muy marcadas. "Deben definirse como subespecies independientes, porque han ido evolucionando semiindependientemente por un muy largo tiempo", explica.

El científico chileno Carlos Olavarría, quien hoy reside en Nueva Zelandia, fue uno de los expertos que contribuyeron desde un comienzo al estudio, aportando información genética para las poblaciones del Pacífico Sur, mientras estuvo vinculado a la fundación chilena Cequa, una de las instituciones que apoyaron la investigación.

El experto espera que los resultados sean claves para aumentar los esfuerzos para la conservación de la especie. "En el futuro, me imagino que veremos medidas de protección aplicadas de distintas maneras a cada una de las distintas subespecies, dependiendo del grado de recuperación poblacional de cada una", dice.

La importancia para Chile, agrega, es que se identificó que las ballenas jorobadas que migran a través de las aguas chilenas, y que utilizan las áreas de alimentación de los canales australes y patagónicos y de la Península Antártica, corresponden a la subespecie del hemisferio sur. "Esto implica que su relación es más cercana con las otras ballenas jorobadas de los océanos Pacífico y Atlántico Sur e Indico que con las del hemisferio norte", explica.

Rodrigo Hucke, investigador del Centro Ballena Azul, señala que el estudio es relevante y da cuenta de la vulnerabilidad de la especie, en particular, las poblaciones más aisladas, como la del océano Indico, ya que no habría conexión entre estas grandes poblaciones.

"En el caso del Indico, un evento catastrófico, como un derrame de petróleo o una enfermedad de rápida propagación, podría eliminar todo el pool genético de una de estas poblaciones aisladas, haciendo perder la variabilidad que sólo el tiempo evolutivo y la selección natural pueden conformar", advierte.

ORIGEN

El estudio genético también determinó que las poblaciones actuales de ballenas jorobadas de los océanos del norte se originaron a partir de las ballenas jorobadas del hemisferio sur, hace más de 50.000 años.

Pese a que no existe la caza comercial, la especie sigue amenazada, pues depende del krill antártico para su dieta, pero éste podría disminuir por el calentamiento global. "Con la reducción del hielo marino, las poblaciones de krill podrían estar disminuyendo. Si esto es real y continúa, podría tener impactos negativos en la recuperación de las poblaciones de jorobadas", afirma Jackson.