EL PROCESO de admisión a la educación superior mostró un mayor interés de los estudiantes por ingresar a la carrera de Pedagogía. Más alumnos postularon a la beca vocación de profesor -aun cuando actualmente es relativamente menos atractiva para muchos alumnos debido a la gratuidad-, y los estudiantes seleccionados subieron en un 16%, superando el porcentaje de crecimiento en las vacantes. Asimismo, más postularon a Pedagogía como primera prioridad. Estas cifras se dan en un contexto de mayor exigencia, donde solo pueden ingresar a este tipo de carreras quienes tengan un mínimo de 500 puntos PSU o pertenezcan al 30% superior del ranking de notas. Si bien estos datos no representan una tendencia, sí son un primer paso, necesario aunque no suficiente, para lograr mejores resultados educativos del país.

Las expectativas generadas por la carrera docente aprobada durante este gobierno, que promete mayores sueldos y mejores condiciones en el ejercicio de la profesión, puedan haber influido en los postulantes y sus familias, quienes ven ahora a Pedagogía como una carrera más promisoria. Es claro que dichos beneficios no necesariamente se traducirán en mejores prácticas al interior de la sala de clases ni en mayores aprendizajes de sus alumnos, aunque sí permite que Chile vaya progresivamente acercándose a los países que muestran mejores resultados en las pruebas internacionales, donde los futuros profesores provienen del grupo de estudiantes de mayores habilidades.

Una vez formados, el sistema escolar debe asegurarse de retener a aquellos que optaron por pedagogías. En ello la ley de carrera docente falla al entregar la facultad de evaluar y entregar incentivos al Mineduc y no a quien parece más adecuado para cumplir ese rol, como es el director de cada colegio. El proyecto de ley de desmunicipalización que se discute en el Congreso es una buena instancia para corregir dicho aspecto.