Arte e historia, plástica y política: Claudio Correa (1972) suele utilizar diferentes soportes artísticos para revisar la memoria colectiva. Si antes trabajó sobre los ideales republicanos a partir de La Marsellesa y sus diferentes versio- nes, ahora rescata las medallas que el régimen militar otorgaba a uniformados y civiles, por "servicios distinguidos", entre 1973 y 1990.
A partir de esas condecoraciones, Correa ideó su instalación Misión cumplida, que abre hoy en la galería Gabriela Mistral (Alameda 1381). La serie es parte de la muestra colectiva Historias del objeto, curada por el colombiano José Roca, adjunto de la Tate Gallery de Londres.
Correa fue seleccionado junto a Patricia Domínguez e Isidora Correa, quienes acuden al objeto como un elemento que, a partir de Marcel Duchamp y sus ready made, se volvió esencial en el arte contemporáneo.
Misión cumplida recrea en fotografías una supuesta ceremonia de condecoración; dos imágenes muestran en close up la inscripción de estas insignias en el uniforme castrense y en la solapa de un terno. Las insignias llevan leyendas como "11 de septiembre. Por la libertad" y "Misión cumplida".
Complementando estas imágenes, cuelgan desde el techo esculturas hechas en cera, que reproducen a gran escala estas medallas y que se irán derritiendo durante la muestra.
"Esta exposición ahonda en la imaginarios en crisis. Durante la dictadura en Chile hubo una gran profusión de este tipo de condecoraciones y me pregunto ¿qué puede considerarse un 'servicio distinguido' en el marco de un golpe de Estado? Me interesó ese margen de contradicción o paradoja que existe en la creación de objetos para vana- gloriarse de acciones propias de una dictadura, objetos que hablan de libertad frente a un régimen autoritario y la autocomplacencia estética en escenas estrelladas, con rayos de luces y guiños a la pintura clásica", dice Correa.
A su simulacro de ceremonia, el artista añade un instructivo ficticio: "Después de su condecoración, debe desprenderla de su guerrera, meterla dentro de un sobre y destruirla. Tampoco puede mencionar a nadie que haya sido condecorado". La idea es retratar cierta desmemoria frente al pasado: "Hoy nadie querría mostrar una insignia de esas. Más allá de los procesos judiciales, hay instalada una tendencia algo cosmética de borrar lo que es molesto. Pero hay temas latentes y en ese sentido, la cera, como material, lo simboliza muy bien: se derrite, pero no se desintegra, transmuta. Muestra su propia decadencia".