En 2005, a los 78 años, Benedicto XVI era ya el Pontífice de mayor edad elegido en casi tres siglos. Ahora tiene 85 años y en fechas recientes ha perdido buena parte de sus fuerzas, reducido sus viajes al extranjero y limitado las audiencias.

El Papa se traslada al altar en la Basí­lica de San Pedro en una plataforma móvil para ahorrarle los 100 metros de camino. Ocasionalmente usa un bastón. A finales del año pasado varias personas que visitaron al Pontí­fice dijeron que lo encontraron débil y demasiado cansado para participar en la conversación.

El Vaticano hizo hincapié el lunes en que ninguna enfermedad específica llevó a que Benedicto tomara la decisión de renunciar, convirtiéndose así­ en el primer obispo de Roma que renuncia en 600 años, Sin embargo, Benedicto dice que su avanzada edad significa que ya no tiene la fortaleza mental y fí­sica necesarias para liderar a los más de 1.000 millones de católicos del mundo.

El cansancio del Papa representarí­a un diagnóstico absolutamente normal para un Pontí­fice de 85 años, incluso alguien que no tenga ningún problema de salud conocido y mantenga la mente ágil.

NO TIENE NINGUNA ENFERMEDAD

El Papa ha reconocido que sufrió un embolismo hemorrágico en 1991 que le afectó temporalmente la vista, pero posteriormente se recuperó completamente. En 2009 el Papa sufrió una caí­da y lesiones leves, incluida la fractura de una muñeca, mientras vacacionaba en los Alpes.

Un médico familiarizado con el equipo que atiende al Papa declaró el lunes a The Associated Press que el Pontí­fice no tiene ninguna enfermedad que amenace su vida. Pero agregó que como muchos otros hombres de su edad, ha sufrido problemas de la próstata. Más allá de eso, el Papa está sencillamente viejo y cansado, dijo el médico a condición de no ser identificado.

Según el hermano del Papa, Georg Ratzinger, el médico del Pontí­fice le dijo que no realizara más viajes transatlánticos. De hecho, Benedicto sólo ha viajado al extranjero una vez este año y tení­a planeada una visita a Brasil en julio para participar en el Dí­a Mundial de la Juventud de la Iglesia.

Los expertos no se sorprendieron de que los problemas de salud del Papa le hagan perder fuerza.

PROBABLE ARTRITIS

"Para alguien que tiene 85 años y sufre de artritis, las actividades de ser Papa son una batalla", dijo el Dr. Alan Silman, director médico de la organización británica Arthritis Research, que investiga esa enfermedad. El Dr. Silman dijo que Benedicto probablemente sufre de artritis ósea, que causa la pérdida de cartí­lago en las articulaciones y dificulta moverse sin dolor.

"Arrodillarse para rezar le dolerí­a mucho, y al levantarse el dolor serí­a extraordinario", explicó Silman, quien agregó que a las personas con artritis les cuesta trabajo incluso estar mucho tiempo de pie.

Silman señaló que algunos medicamentos pudieran aliviarle el dolor, pero tienen efectos secundarios, como somnolencia y afectaciones del estómago, que serí­an más serias en una persona de edad avanzada.

El médico dijo que no está claro si la artritis del Papa se le agravarí­a con los años. "Pudiera ser que no empeore más", dijo. "Pero parece que (la artritis) ya es avanzada, y mantener todas las actividades de ser Papa no ayuda".

Joe Korner, portavoz de la Asociación contra los Embolismos de Gran Bretaña, dijo que un episodio leve de este tipo pudiera ser una señal de otro más grave en el futuro.

"Creo que ya le han advertido que esto puede suceder y que tiene que cambiar su estilo de vida", dijo Korner, quien habló por ejemplo de la necesidad de reducir el estrés.

Cuando lo eligieron Papa, Benedicto sucedió a Juan Pablo II, quien murió en 2005 a los 84 años. Juan Pablo II fue el Pontí­fice que más ha viajado en la historia: visitó 129 paí­ses en su papado de 27 años y se ganó el afecto del mundo como ninguno otro.

Durante el último año de su vida, Juan Pablo II se vio obligado a reducir sus viajes debido su edad avanzada y a enfermedades, como el temblor que sufrí­a en las manos y dificultades para hablar, la imposibilidad de caminar o mantener la cabeza en alto, así­ como otros sí­ntomas del Mal de Parkinson.