Las elecciones no lograron dilucidar quién será el Presidente de la República para el periodo siguiente. Por ende, se deberá realizar una segunda vuelta el domingo 17 de diciembre, otro día que implicará una serie de alteraciones en el normal funcionamiento del país. Por ello debería estudiarse la posibilidad de modernizar nuestro sistema de votaciones y todo lo que ello conlleva, de modo de incentivar la participación electoral sin que eso signifique restringir de manera tan evidente las libertades públicas.
La participación el 19 de noviembre rozó el 47%, cifra que está en línea -aunque algo más baja- con la elección de 2013. Pese a que ésta es menor que las tasas de participación que existían previo a la aplicación del voto voluntario, debe recordarse que con el voto obligatorio un porcentaje significativo de la población no participaba debido a que no estaba en los registros electorales. Las actuales cifras dejan a Chile como unos de los países con menor tasa de participación entre aquellos que pertenecen a la OCDE. Esta situación no es deseable. Es necesario evaluar cómo la nueva normativa para la propaganda electoral afectó el clima previo a las elecciones y sus implicancias en participación.
Adicionalmente, deben evaluarse mecanismos que incentiven la concurrencia a votar, como el voto electrónico, por correo y la posibilidad de votar anticipadamente, tal como se hace en varias democracias del mundo. Todas o algunas de esas medidas podrían ser de gran utilidad para que más electores ejerzan su derecho a sufragar.
También cabe evaluar algunas restricciones asociadas al día de la votación que generan una serie de trastornos. La ley establece que durante esos días no pueden realizarse eventos deportivos, espectáculos artísticos, no se puede vender alcohol y solo atienden las farmacias de turno; además, es feriado irrenunciable y, por ende, centros comerciales, cines y demás servicios ubicados en ellos no abren. Aunque por ley no están obligados a cerrar, un alto porcentaje de restaurantes y comercio independiente tampoco atiende en días de elección.
En el caso particular del comercio, la segunda vuelta se llevará a cabo el fin de semana previo a la celebración de Navidad, época clave para las ventas del sector. Probablemente la ciudadanía se acomodará y el impacto en ventas de esta coincidencia no será violento, pero sin duda las restricciones antes descritas generan una situación muy incómoda para el comercio y la población en general.
Cuando el voto era obligatorio tenía sentido que el día de las elecciones existieran mayores restricciones. Sin embargo, con un esquema de voto voluntario, debiese esperarse el normal funcionamiento de las ciudades. Es posible que las restricciones se hayan mantenido por temor a que al liberarlas se generara una caída mayor en las tasas de participación. No obstante, si se quiere mayor involucramiento, parece más razonable que se modernice la forma en que se realiza el acto de votar. Ello redundaría en mayor participación y, al mismo tiempo, lograría que las elecciones sean compatibles con el normal funcionamiento de las demás actividades económicas y recreativas de la población.