Apenas se supo de la situación médica de Steve Kerr en medio de la serie de playoffs ante los Trail Blazers, que lo tiene fuera del banquillo de los Warriors por tiempo indefinido, todos los ojos de la liga se posaron en su primer asistente Mike Brown. Y no precisamente con demasiado optimismo. Es que este hombre de 47 años, con largo recorrido como entrenador en jefe en varios equipos, luce un registro poco decoroso en la NBA: no fue capaz de ganar un anillo de campeonato con equipos que tuvieron entre otros a Lebron James (Cleveland Cavaliers) y Kobe Bryant (Los Ángeles Lakers).

Seguramente aquella estadística muchos la sacaron a flote cuando lo vieron dirigiendo en el inicio de los playoffs a los archifavoritos Warriors. Justo él frente a una plantilla cargada de estrellas y con la obligación de ganar el título después de lo sucedido el año pasado. Pero lo cierto es que hasta ahora, quien fuera elegido el mejor entrenador de la liga en 2009 con Cleveland, sólo cuenta los partidos como victorias.

Cinco encuentros, cinco triunfos. Dos para cerrar la barrida ante Portland (Kerr dirigió los dos primeros de la serie) y ya se puso 3-0 sobre Utah Jazz en las semifinales del Oeste. Y eso que no se sentaba en un banquillo como entrenador en jefe desde mayo de 2014, cuando fuera despedido en los Cavaliers, tras una decepcionante campaña.

Con estos números, nadie ha vuelto a escarbar en el pasado de Brown (de quien muchos dudaban que volviera a la liga tras sus sonados fracasos en esta década, especialmente en los Lakers, donde no pudo ser campeón con una plantilla que incluía entre otros a Bryant, Howard, Gasol y Nash). Ahora, con Curry, Durant y Green como actores de lujo, parece estar disfrutando del mejor trabajo del mundo. Porque viendo jugar en estos playoffs a los Warriors, está claro que nadie extraña demasiado a Kerr.

Así, mientras el entrenador titular se recupera de la operación a la que se sometió la noche del sábado para acabar con los dolores de espalda que lo vienen aquejando desde hace dos años, los Warriors siguen su sinfonía de básquetbol ahora de la mano de Brown, que busca, sin proponérselo, enterrar las negras estadísticas que lo acompañan desde antes de llegar a Golden State.