Hace un año dos compañías líricas ofrecían contrastantes programas en Nueva York. Mientras en la New York City Opera, la llamada  "ópera del pueblo", se presentaba la contemporánea Anna Nicole de Mark-Anthony Turnage, el Metropolitan Opera House inauguraba la temporada con Eugene Onegin, de Tchaikovsky. A 365 días de tal escenario, es probable que Nueva York no tenga ni siquiera una sola producción lírica que exhibir. La New York City Opera quebró y el Metropolitan está a un paso de clausurar su nueva temporada por problemas económicos.

El libreto de esta historia parece ser tan sincronizadamente trágico como una ópera belcantista de Bellini o Donizetti, pero aún quedan más personajes por subir a escena. Los malos tiempos del ambiente neoyorquino también tienen un correlato al otro lado del Atlántico, en el Palacio de las Artes de Valencia, en España, y en la Opera de Roma, en Italia.

El primero apenas cuenta con la mitad del presupuesto que tenía cuando se inauguró, en 2005, y su fachada se cae literalmente a pedazos, tras los desprendimientos de cerámica que se detectaron a principios de año en el edificio diseñado por Santiago Calatrava. La Opera de Roma, en crisis permanente, esquivó la bancarrota tras un acuerdo de última hora entre los sindicatos y los directivos.

Lejos del acuerdo, sin embargo, se encuentran los trabajadores del Metropolitan de Nueva York y su director, Peter Gelb. A estas alturas, las diferencias entre ambos son abismales. Según el periódico The Guardian, el ejecutivo del Met solicita una reducción de un 16 por ciento que afectará los pagos de horas extras, pensiones y beneficios. Gelb dice que dos tercios del presupuesto de la casa se dirigen a los sueldos y que, de no mediar un ajuste de cinturón, "en el 2017 el Met enfrentaría la bancarrota".

Los trabajadores estiman que la crisis tiene que ver sólo con la gestión de Gelb, un hombre que para ellos sólo sabe despilfarrar. Un detalle: El anillo de los nibelungos, de Wagner, costó 20 millones de dólares en el 2012 y no tuvo la asistencia esperada.

Peter Gelb, para ser justos, tiene a su favor la masificación del Met, a través de las transmisiones en HD a salas de todo el mundo, incluyendo Chile.

LA REALIDAD LOCAL

En el país, el Teatro Municipal ha tenido que enfrentar históricamente los problemas que se tejen entre los presupuestos y las ambiciones artísticas. "Si se parte de la base de que el Teatro Municipal tiene cuerpos estables de gran calidad, la variable de ajuste es el costo de las producciones. Pero, por otro lado, no se puede desmedrar la calidad, porque el público es muy exigente. El equilibrio es un arte muy delicado", dice Enrique Barros, vicepresidente del directorio del Teatro Municipal.

Algunos en el terreno de la ópera ven que el público tiende a ser el mismo y está lejos de renovarse. Según The Guardian, el 75 por ciento de la audiencia de la ópera en HD que transmite el Met tiene sobre 65 años. Tal panorama contrasta, sin embargo, con la saludable posición de los teatros líricos alemanes o la Opera de Dallas, donde el 80 por ciento del público está bajo los 65 años. "La ópera no es un arte en extinción. Es una conjunción de música instrumental, coral y vocal, y además es teatro en gran escala. Un ejemplo es la crisis actual del Metropolitan de Nueva York: la ciudad está preocupada, porque una suspensión de la temporada tendría un efecto desolador en el turismo y atractivo empresarial y cultural. En una escala 15 veces menor, es también el caso de Santiago. En ciudades alemanas, como Berlín o Munich, hay dos o tres óperas diarias, y todas tienen su público", comenta Barros.