Memoria y fútbol se entrelazan en obra que revive el Maracanazo

Dentro de pocos minutos se jugará un partido que pasará a la historia. Las selecciones de Chile y Brasil, ambas a la cabeza de las eliminatorias para el Mundial de Italia de 1990, se enfrentarán en el estadio Maracaná de la ciudad de Río de Janeiro ese 3 de septiembre de 1989. La diferencia de goles, sin embargo, le da una leve ventaja a los dueños de casa, obligando a la escuadra chilena a ganar el encuentro para clasificar directamente. Con esa idea dándole vueltas, el entonces capitán y arquero nacional, Roberto Cóndor Rojas, entró al camarín, callado y confundido.

En sus manos, cree, está el destino de su equipo y el de todo un país: llegado el minuto 67 y cuando el marcador aún dé por vencedor a Brasil por 1-0, el árbitro pondrá fin al partido abruptamente. Y el Cóndor yacerá herido junto al arco, con el rostro ensangrentado por una bengala que cayó desde la tribuna. La imagen dará la vuelta al mundo una y otra vez, y él sostendrá su versión, pero meses después y tras investigaciones, juicios y sanciones, Rojas confesará que fue él mismo quien se inflingió el corte.

La historia es tan conocida, que el dramaturgo chileno Iván Fernández (Niños de mall) prefirió ahorrársela en su nueva obra, El último vuelo del Cóndor, que el jueves pasado debutó sobre el escenario principal de Matucana 100. Y lejos de aspirar a convertirse en un relato documental de aquel encuentro, su pieza, dirigida por Andrés Céspedes (El avaro), recurre a las armas de la ficción para volver sobre el mismo episodio y repensar la memoria local.

"El fútbol es un lugar transversal y cercano desde donde reflexionar acerca de la memoria", dice el autor. "El Maracanazo sucede a solo meses de las elecciones presidenciales de 1990 y una vez ocurrido el plebiscito del Sí y el No, y por esas razones nos pareció importante el caso del Cóndor Rojas", agrega.

Lo que propone Fernández es una charla ficticia y previa al encuentro, entre el ex arquero y el utilero del equipo, Nelson Maldonado, interpretados por Nicolás Pavez y Patricio Contreras, respectivamente. "Queda poco para salir a la cancha y el resto del equipo aún no ha llegado. Es ahí cuando ambos personajes se enfrascan en una conversación que no solo mira el contexto, sino que además pretende iluminarnos con respecto a las imágenes heroicas", dice el director. "El Cóndor pudo ser el gran héroe de esta historia, y sin embargo acabó siendo el villano. Esa lectura de este episodio tan nuestro lo convierten en un acontecimiento teatral".