A inicios de los años 90, el Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef) era considerado un programa pionero en Latinoamérica, tanto que su entonces director Jorge Yutronic, era invitado al extranjero a contar la experiencia.
Se trataba de un instrumento propio de países desarrollados, inspirado en sistemas de Australia, Canadá y Reino Unido, entre otros, e implementado con el fin de desarrollar la investigación aplicada, uniendo a científicos con empresas. "Introdujo en Chile la idea de la investigación aplicada con empresarios y organismos. Fue un aporte país", dice Yutronic, hoy asesor en temas de ciencia, tecnología e innovación.
Hubo algunos problemas para implementarlo al principio, sobre todo por las diferencias culturales y en los tiempos que empresas y universidades dedican a investigación, pero el objetivo inicial "se cumplió con creces", asegura.
Hoy, a casi 25 años de su creación -se cumplen en diciembre-, se han financiado 2.412 proyectos, en los que se ha invertido más de 288 mil millones de pesos. Hay miles de resultados conseguidos y objetivos logrados entre ellos, pero según la información entregada por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), a cargo del programa, sólo 96 proyectos han obtenido patentes a lo largo de su historia (3,98%).
Christian Nicolai, director ejecutivo de Conicyt, señala que debería ser más, pero el problema no es específicamente del fondo, sino del país y el sistema de investigación, a su juicio. "Derivado de una falta de acople entre el mundo empresarial y el de la ciencia, tecnología e innovación".
Existe una falta de entrenamiento para patentar, indica, algo en lo que el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi) y algunas universidades están trabajando. Y en el caso particular de Fondef, dice Nicolai, la innovación no está dentro de sus objetivos esenciales, aunque se obtienen resultados de ese tipo. "Dado que ése no es el propósito fundamental de Fondef, se explica que -para seguir avanzando- algunos proyectos busquen otras fuentes de financiamiento disponibles".
Un reciente análisis al fondo -solicitado por la Dirección de Presupuesto (Dipres) del Ministerio de Hacienda-lo calificó entre los pocos con programa estatales con "desempeño suficiente", sin embargo, advierten una serie de aspectos por mejorar, en el tipo de producción que se está obteniendo y en lo relativo al seguimiento de los proyectos. Hoy no es su labor saber qué ocurre cuando termina el financiamiento, por lo que es difícil saber qué tan exitoso es.
Lo bueno y lo malo
Juan Carlos de la Llera, decano de la Facultad de Ingeniería de la U. Católica, es uno de los casos exitosos que han surgido a partir de un Fondef (ver infografía). A mediados de los años 90, cuando volvió a Chile de su doctorado decidió aplicar lo aprendido y trabajó en un sistema de protección sísmica que hoy se utiliza, por ejemplo, en la torre Titanium, en Santiago. El Fondef fue fundamental para lograrlo.
"Mi experiencia con Fondef es extraordinariamente positiva. En ese minuto era la posibilidad de realmente incubar el conocimiento y llevarlo a la sociedad en productos o procesos. Si no hubiera sido por el fondo no habríamos podido incubar esto en la universidad", dice.
No obstante, el porcentaje de casos que, como ése, obtienen resultados de producción, transferencia y protección, todavía es bajo (39,4% en total).
El análisis para la Dipres -liderado por Víctor Salas, economista y académico de la Facultad de Administración y Economía de la U. de Santiago-, señala que la mayor parte de los resultados obtenidos -analizaron más de 4.000, desde 2012- pertenecen a producción científica (43,1%), es decir, publicaciones en revistas indexadas (publicaciones periódicas de investigación) y formación de capacidades (17,4%), igualmente importantes, pero que no son el objetivo de este fondo, sino, por ejemplo, el de Fondecyt.
Con todo, Álvaro Ossa, director de Transferencia y Desarrollo de la U. Católica, dice que no hay que olvidar que es un incentivo a la investigación y que cuando se habla de I+D, se está más cargado a la I. "Es una buena noticia la producción científica y formación de doctores, no es un error, ahí tiene que avanzar en generar incentivos para que se produzcan los resultados que andamos buscando".
Algunas universidades están trabajando en ello, creando oficinas de transferencia tecnológica, que faciliten el trabajo de llevar una investigación a una aplicación.
Seguimiento
Víctor Salas, indica que el análisis a Fondef establece que está alcanzando sus objetivos, aunque hay un problema para medir cuál es el aporte concreto que el programa hace al desarrollo del conocimiento científico y su traspaso a la competitividad y calidad de vida de la población, que es el objetivo que declara tener.
Ossa dice que es uno de los temas en los que Fondef está en deuda. "Gastamos más plata en verificar en qué se gasta que en obtener los resultados, eso me parece que es un error", indica.
"Nada asegura que lo que se logra producir va a continuar el proceso de elaboración que termine en una innovación productiva o en el sector público. No es una falla propia de Fondef, quizás lo que falta es tener información que permita reconocer cuáles son los productos y qué caminos han seguido una vez que los investigadores terminan los proyectos", agrega Salas.
La falla es del sistema, dice, "porque si estás generando nuevo conocimiento que tiende a la innovación, obviamente tendrías que estar preocupado de que se pudiera llegar hasta allá".
Hacer seguimiento finalizados los proyectos, no obstante, es caro.