Una habitación de 2x3 metros con un plato de galletas, un computador con conexión a internet, un televisor, café y tres botellas de agua mineral esperaban anoche en TVN a los cuatro candidatos presidenciales que participaron en el debate. Además, había tres sillas en cada camarín: una para el presidenciable y las otras para los dos asesores que aconsejaron a los abanderados.
Y aunque antes del debate los candidatos estuvieron cerca de una hora preparándose dentro con sus coaching, en los intervalos apenas estuvieron por tres minutos, los que sólo alcanzaron para recibir consejos cortos y, en la mayoría de los casos, tomar un trago de agua para humedecer la garganta y mantener la voz.
Sebastián Piñera llevó a sus dos jóvenes abogados de confianza, que lo acompañaron también en su campaña anterior, Rodrigo Hinzpeter (43) e Ignacio Rivadeneira (34). Ambos intentaron relajarlo en el segundo intermedio y luego de que el abanderado recibiese la crítica por el informe de Transparencia Internacional, tema que habían evaluado como posibilidad antes del foro y que marcó uno de los momentos de mayor tensión en el set. Para hacerlo le hablaron de los resultados de fútbol del día. Le insistieron en que debía mantener la calma, pero cambiar su estrategia de no enredarse en discusiones con sus contrincantes. Al menos en ese caso, le recordaron, debía responder.
Eduardo Frei, en tanto, optó por Pablo Halpern, el experto comunicacional que lo asesoró en La Moneda durante su gobierno, y Eduardo Jara, estrecho asesor de Ricardo Lagos que, desde abril, se ha convertido en uno de los colaboradores en que el senador ha depositado mayor confianza.
Mientras el primero se enfocó en los mensajes del candidato y en cómo se estaba viendo en la pantalla, Jara puso énfasis en otorgarle seguridad a Frei. Además, en los intermedios entró una maquilladora para repasar el rostro del candidato.
Aún así, colaboradores como Andrés Chadwick (Piñera) y Eugenio Tironi (Frei), mandaban mensajes a los coachings -desde elpúblico y a través de sus blackberries- sobre las perfomarnces de sus candidatos.
Marco Enríquez-Ominami, dicen sus cercanos, prefirió repasar papeles con sus ideas centrales. Max Marambio y Camilo Feres le dieron consejos generales y al final del debate se quejaron, entre bromas, que al abrazar a Enríquez para felicitarlo habían quedado manchados con el contundente maquillaje.
Jorge Arrate, en tanto, recibió los consejos de los periodistas Iván Páez y Soraya Rodríguez, quienes pusieron énfasis en mensajes cortos.
LAS "BARRAS" LLEGAN AL CANAL
El primero en llegar a TVN fue Jorge Arrate, a las 21.07. En la entrada de la estación su director ejecutivo, Daniel Fernández, daba la bienvenida a los invitados. Uno de los saludos fue para Karen Doggenweiler, la esposa de Enríquez-Ominami y figura de la red estatal. "La está apoyando su jefe", le gritó alguien desde la distancia. "No estoy apoyando a nadie", replicó Fernández, complicado.
Las cuatro hijas de Frei y Marta Larraechea llegaron uniformemente vestidas de blanco. Piñera, en tanto, tuvo una enérgica aparición detrás de Andrés Allamand, cuando éste era entrevistado en directo por el periodista Juan José Lavín. Optimista, el candidato los saludó efusivamente ante las cámaras.
Adentro, del set, Ricardo Solari se mostraba nervioso y la "barra" de Enríquez se mostraba como la más bulliciosa con gritos de "Meo, Meo, Meo...". Más circunspecto se mostró el senador independiente Carlos Bianchi, quien dijo que aún no tenía definido su voto pero que, sin embargo, se sentó en primera fila, junto a Doggenweiler, quien a la vez estaba ubicada al lado de Cecilia Morel, la mujer de Piñera. En medio de la tensión que reinaba en el estudio 9, ambas conversaron varias veces, también uniformadas -involuntariamente- de azul. Larraechea, en tanto, quedó al lado de su cuñado Francisco Frei, miembro del directorio de TVN.