La sorpresiva inflación negativa de septiembre y el descenso de la inflación hasta un 1,5% en 12 meses, bajo el piso del rango meta del Banco Central (2%-4%) llevó al mercado a apostar por un nuevo recorte en la tasa de política monetaria, que acumula seis meses en 2,5%. Esto a pesar de mejores perspectivas para la actividad.
Así lo consignó la Encuesta de Operadores Financieros (EOF) de la segunda quincena de octubre, que repite la visión de un recorte adicional que ya existía en julio y agosto, pero que se había eliminado cuando el BC dijo en su IPoM de septiembre que habría una larga mantención de la TPM.
Como se refleja en la EOF, la renovada apuesta para la tasa está motivada por perspectivas de inflación que no repuntan, ubicándose nuevamente en 2,6% para los próximos 24 meses, mientras que para el plazo de un año la proyección del consenso bajó de 2,3% a 2,2% en 12 meses. Con todo, la EOF adelantó que el BC esperaría al menos a diciembre antes de llevar adelante la baja, mientras que la apuesta es que en noviembre de 2018 vuelva a estar en 2,5%.
Consultadas fuentes del mercado, explicaron que el nuevo consenso por un recorte de la tasa ocurre en un contexto de muy bajas presiones inflacionarias, que mantendrían el IPC anual bajo la meta del ente emisor al menos hasta el cierre del primer semestre de 2018.
Como indicó Nathan Pincheira, economista jefe de Fynsa, el BC podría bajar la tasa "básicamente para dar una señal al mercado, en el sentido que le preocupa la convergencia inflacionaria, y que no dejará que las expectativas se desanclen".
Por lo mismo, si bien el escenario base del economista no contempla bajas de la tasa, planteó que "nos parece que si el Consejo se inclina por recortar, no será solo 25 puntos base, sino que 50 puntos. Eso ha ocurrido anteriormente, y quizás ni siquiera es un ciclo de recortes, podría ser solo una baja".
Por su parte, Waldo Rivera, economista de BBVA Research, señaló que "llevamos varios meses advirtiendo que hay una recuperación de la actividad que no va acompañada de inflación". Por eso sostuvo que la TPM debería bajar a 2%.
Miguel Ricaurte, economista jefe de Itaú, tomó distancia en cambio respecto a un recorte, proyectando que se mantendrá en 2,5% por un período prolongado, aunque reconoció que se puede materializar la baja en caso de "nuevas sorpresas de inflación a la baja".
Con todo, Ricaurte indicó que una baja de tasa podría justificarse pese a un mayor crecimiento económico, porque "la inflación transitará por debajo del rango meta por casi un año entero antes de regresar a la zona de tolerancia del Central. (...) lo que en sí mismo constituye un riesgo para la convergencia".
En la otra vereda se plantó Jorge Lorca, economista senior de Banchile Inversiones, al sostener que "discrepo que la situación actual implique la necesidad de un recorte, porque el shock inflacionario es de naturaleza externa a través de la apreciación del peso".
Agentes de la banca, en tanto, señalan que una baja en la TPM podría impactar "algo" en los intereses aplicados a consumo, mientras que en préstamos para la vivienda el efecto sería "prácticamente imperceptible."
El economista y ex gerente general de la Abif, Alejandro Alarcón, agregó que las tasas de interés de créditos se mueven hoy en día más por las expectativas económicas y la confianza, que por los cambios a la TPM, por lo que tampoco prevé mayores variaciones derivados de este eventual recorte.