Con optimismo prudente y moderado. Así encaran los líderes conservadores y socialdemócratas la recta final de las negociaciones para encontrar un acuerdo que haga posible la "Gran Coalición" en Alemania. Es decir, un pacto de gobierno a tres bandas entre los democristianos de la CDU, los socialcristianos de la CSU y los socialdemócratas del SPD. La lentitud en que han avanzado las conversaciones demuestra el complejo momento político que vive el país.
"Aún se deben apartar importantes obstáculos del camino", dijeron tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el presidente del SPD, Martin Shultz antes de empezar la maratoniana jornada de negociaciones. Que utilizaran las mismas palabras indica que tanto conservadores como socialdemócratas perciben este acuerdo como una gran responsabilidad histórica compartida.
Después del fracaso de las conversaciones para formar la denominada coalición "Jamaica" y descartada por la misma Merkel la posibilidad de un inédito gobierno federal en minoría, la formación de la Gran Coalición se presenta como la única opción para evitar nuevas elecciones en Alemania.
Así, si el preacuerdo de este viernes recibe el visto bueno en el congreso extraordinario que el SPD convocó para el 21 de enero, comenzarán las negociaciones formales para diseñar un programa de gobierno.
Principales obstáculos
Migración, Unión Europea, finanzas y medio ambiente. Estos parecen ser los cuatro puntos de discordia entre la CDU-CSU de Merkel y el SPD de Shultz. En un documento de 28 páginas se expusieron los principios que sentarían la bases de la nueva alianza. Si se llega a un acuerdo de mínimos, esos serán los cuatro obstáculos principales que deberá superar la Gran Coalición. Sobre todo, el posible endurecimiento de la política migratoria. Mientras la alianza conservadora de Merkel pide establecer un límite de 200.000 refugiados anuales, los socialdemócratas se niegan profundamente a esta restricción.
Con todo, la postura de Merkel es imposible de entender sin la presión que ejerce sobre su partido el populismo del ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que condiciona completamente el juego político de Alemania.
Desde las elecciones federales del 24 de septiembre, donde Merkel obtuvo uno de los peores resultados de su historia con un 32,9% de los votos, la popularidad de la canciller parece estar disminuyendo. En una encuesta de la televisión pública alemana ARD, el 53% considera "buena idea" que Merkel repita como canciller por cuarto año consecutivo. Sin embargo, este porcentaje rondaba el 60% en octubre. Pase lo que pase con las negociaciones para formar una nueva Gran Coalición, la denominada "era Merkel" está llegando a su fin.