La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, aunaron fuerzas hoy, en la recta final a la cumbre de la eurozona, en busca de un consenso para el rescate griego y con su incorporación a la cita "in extremis" del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet.
Tras varias horas de reunión a puerta cerrada, y con Merkel decidida a defender la implicación de los acreedores privados -banca y aseguradores- en el rescate, Trichet se sumó al encuentro del que hipotéticamente saldrá el "embrión" pactado entre Berlín y París de un acuerdo entre los 17 miembros de la eurozona.
Trichet, quien hasta ahora ha rechazado una reestructuración de la deuda griega y también la intención de Berlín de implicar a los acreedores privados de Grecia, por el temor a que se interprete como una suspensión de pagos "light", se unió a la cita pasadas las 20.00 GMT (16.00 hora chilena) según la televisión pública alemana ARD.
Alemania insiste en el mantenimiento de esa aportación, a lo que la parte francesa está dispuesta a acceder, a falta de que se concrete el grado y fórmula en que se concretará.
Persiste asimismo la incógnita acerca de cómo se articulará esa implicación, con la que Berlín pretende diluir los recelos del contribuyente a que el rescate caiga sólo sobre sus espaldas.
La reunión en Berlín fue convocada tras una conversación telefónica ayer entre Merkel y Sarkozy y después que la canciller advirtiera de que no debían esperarse "resultados espectaculares" de la cumbre del jueves ya que la crisis griega no se diluirá de la noche a la mañana.
Merkel, a quien desde que estallara la crisis de la deuda se ha reprochado no haber actuado con la celeridad debida, frenó durante días la convocatoria de la cumbre con el argumento de que no tenía sentido hacerla si no era para presentar resultados.
Sobre la cita hoy en cancillería flotaban nuevos teóricos reproches contra Berlín, difundidos en esta jornada por el francés "Le Canard Enchainé", según el cual Sarkozy habría atribuido a Alemania actuar con "egoísmo criminal" ante la crisis griega.
Las presiones de los últimos días sobre los líderes del eje franco-alemán era casi insostenible. Tanto el BCE como el Fondo Monetario Internacional (FMI) habían lanzado reiteradas llamadas a la "responsabilidad" de los gobiernos y a que pasaran a la acción.
La conversación por teléfono con Sarkozy no fue la única de ayer de Merkel, sino que también abordó por esa vía la crisis de la deuda -europea y estadounidense- con el presidente Barack Obama.